'Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza'*

Reflexiones acerca del papel de los grupos religiosos e interreligiosos en promover la reconciliación sobre y en el convulsionado Medio Oriente. Resumen Ejecutivo

RESUMEN EJECUTIVO

1. Introducción

En respuesta a los pedidos de algunas organizaciones miembros, el Comité Ejecutivo del ICCJ, incluyendo a los copresidentes del Foro Abrahámico Internacional del ICCJ, se reunió en Londres entre el 11 y el 15 de febrero de 2013 para analizar la polarización causada por los prolongados conflictos en el Medio Oriente, especialmente la disputa palestino-israelí. Hemos decidido hacer circular estas reflexiones como un recurso para las organizaciones miembros y publicarlas con la esperanza de ser más útiles. Recurrimos a nuestras décadas de experiencia en la promoción de la amistad judeo-cristiana, y nos guiamos por la Declaración de la Misión del ICCJ.

2. Misión y legado del ICCJ

El ICCJ promueve el entendimiento y la cooperación entre cristianos y judíos, basados en el respeto por las tradiciones, la identidad y la integridad del otro. Nuestro Foro Abrahámico  Internacional fomenta el diálogo interreligioso trilateral entre judíos, cristianos y musulmanes. 

Reconocemos que las espinosas disputas políticas y legales no serán resueltas por grupos religiosos que viven a miles de kilómetros de donde ellas se producen, sino por los líderes políticos y diplomáticos, y los ciudadanos del lugar, con la ayuda de la comunidad internacional. Sabemos que diversos activistas propagan la desinformación y la polémica, y apelan a temores y fanatismos basados en estereotipos antisemitas, islamofóbicos y anticristianos. También somos dolorosamente conscientes de que las tradiciones religiosas pueden llegar a servir a fines destructivos.

Sin embargo, estamos convencidos de que los judíos, los cristianos y los musulmanes tienen la capacidad, y sin duda la responsabilidad ante Dios, de poner sus respectivas herencias religiosas al servicio de la paz y la reconciliación humana. Esto puede hacerse a través de la clase de diálogo que promueve la reconciliación entre personas distanciadas u hostiles,  un diálogo que exige que todos los participantes vean conscientemente a los otros también como hijos de Dios.

En el contexto contencioso de hoy, esta idea puede parecer ingenua o ser menospreciada como una corrosiva “negociación” interreligiosa o ecuménica, o como algo desleal hacia una u otra parte. Para nosotros, esta clase de crítica refleja una manera binaria de pensar, que insiste en que la gente debe ser o “pro-Palestina” o “pro-Israel”. Nosotros propiciamos un punto de vista  “pro-persona”, que es tanto pro-israelí como pro-palestino, precisamente porque el diálogo requiere escuchar múltiples narrativas.

Consideramos que nuestra misión consiste en ser un santuario de confianza en el que se puedan intercambiar los temores, las vulnerabilidades y las esperanzas. Invitamos a nuestras organizaciones miembros a seguir también este objetivo. Aunque hemos avanzado mucho en las últimas décadas en la promoción del entendimiento interreligioso, el futuro exige que las personas religiosas se conviertan, en todas partes, en cada vez mejores agentes de diálogo.

3. Esfuerzos recientes del ICCJ relativos al conflicto palestino-israelí

A través de declaraciones como “Tiempo de renovar el compromiso” de 2009 y “Cuidado con el lenguaje” de 2010, a través de conferencias como “De dos narrativas a la construcción de una cultura de la paz” en 2009 y conversaciones con cristianos palestinos en 2011, el ICCJ ha propugnado en forma permanente el diálogo interreligioso bilateral y trilateral, para contribuir a la paz eliminando los estereotipos y promoviendo un auténtico entendimiento mutuo.

Lamentablemente, creemos que algunas declaraciones recientes emanadas del Medio Oriente y de otras partes se han vuelto más intransigentes. El ICCJ considera que las declaraciones parcializadas sólo provocan inseguridad y miedo, y no contribuyen a aumentar las probabilidades de paz. 

Debemos expresar también nuestra convicción de que el persistente fracaso en resolver los problemas entre los israelíes y los palestinos, y entre Israel y los Estados vecinos, es cada vez más peligroso e insostenible. No nos interesa atribuir culpas entre las diversas partes que han contribuido durante décadas a llevar las cosas al actual punto muerto. Sólo anhelamos que se ponga fin a la presente situación.

4. Una urgencia cada vez mayor

Durante las discusiones del Comité Ejecutivo del ICCJ en Londres, hubo un consenso general en que el statu quo es intolerable. Señalamos varios motivos, entre ellos, la injusta condición de los palestinos por carecer de un Estado; la creciente retórica antisemita, islamofóbica y anticristiana; el riesgo de que se generalice la violencia; y el aumento de la frustración, que lleva cada vez a más gente a aceptar “soluciones” simplistas. 

El ICCJ está convencido de que la desesperación  no es una alternativa. Para decirlo con las palabras de monseñor Munib A. Younan, obispo luterano de Jerusalén, “Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza”. Esto se aplica, por supuesto, a las tradiciones judía, cristiana e islámica. 

5. Poner las discusiones del Medio Oriente en contexto

Aunque en el diálogo interreligioso todos hemos aprendido que los participantes traen al encuentro diferentes agendas, percepciones y vocabularios, estas lecciones parecen olvidarse a menudo cuando se trata de los cambiantes  temas del Medio Oriente. Hemos analizado esto en relación con términos específicos: Israel, Tierra Santa, sionismo y profecía.  En el texto completo de estas reflexiones, exploramos las variadas connotaciones de cada una de estas expresiones.

6. Perspectivas generales

El Comité Ejecutivo buscó consenso sobre algunos principios generales para guiar sus propias actividades y también para ofrecer sugerencias que podrían serles útiles a las organizaciones miembros del ICCJ. En líneas generales, son los siguientes:

A.    Si las personas involucradas en amistades interreligiosas profundas evitan o ignoran temas de gran importancia, corren el riesgo de reducir esas amistades a relaciones superficiales.

B.    Las conversaciones sobre los complicados conflictos de Medio Oriente deben ser cuidadosamente definidas y estructuradas.

C.    Reconocemos que los diálogos que no toman en cuenta en forma consciente las relaciones desiguales de poder pueden contribuir de hecho a mantener situaciones inequitativas.

D.    Creemos que todas las propuestas particulares para la acción deberían ser evaluadas para ver si intensificarán la sensación de miedo o inseguridad, si polarizarán o si representan sólo a una de las diversas narrativas de los conflictos.

E.    Somos muy escépticos en cuanto a las propuestas simplistas presentadas como “la solución” para el actual punto muerto. Sólo un proceso amplio y complejo será efectivo y duradero. Este proceso debe desarrollarse en terrenos políticos y diplomáticos, en los que es un axioma que cuando chocan derechos legítimos, hay que llegar a un arreglo.

F.    Creemos que las personas que discuten sobre el Medio Oriente deben reconocer la compleja historia que ha llevado a la actual situación y estar abiertas para oír múltiples narrativas. Deben saber que lo que es un punto de vista minoritario en un contexto puede convertirse en el punto de vista mayoritario si cambia el contexto.  Todos deben tomar conciencia de sus propios prejuicios inconscientes.

G.    Con frecuencia, en el diálogo, el factor crucial no es lo que uno dice sino la manera en que lo oyen. Tener paciencia para sacar a la luz esas fallas de comunicación es una urgente prioridad.

7. El papel de los grupos religiosos e interreligiosos 

Los grupos religiosos e interreligiosos como el ICCJ no resolverán un conflicto que es de naturaleza geopolítica. Por frustrante que esto sea, las soluciones se encuentran en el ámbito de los gobiernos, los diplomáticos y los líderes políticos. 

Debemos instar a nuestros respectivos gobiernos a tomar medidas tendientes a promover la paz y criticar las acciones que agravan el conflicto. Creemos, sin embargo, que esas acciones políticas no deberían basarse en apelaciones religiosas interesadas ni en perspectivas parcializadas que no tomen en cuenta los numerosos derechos legítimos y contradictorios de todos los que están involucrados en el conflicto. Creemos que todas las personas religiosas, vivan donde vivan, deben promover por sobre todas las cosas el entendimiento y la reconciliación.

Para nosotros, esto se consigue a través del diálogo, y el diálogo requiere una apertura para cambiar nuestros propios corazones gracias a lo que hemos aprendido de los corazones de los otros. Por eso rechazamos los actuales llamados a resistir la “normalización”, cuando esta palabra significa terminar todas las conversaciones o las interacciones que podrían llevar a lograr dos Estados independientes, uno israelí y otro palestino. Estamos de acuerdo en que el statu quo no es ni “normal” ni aceptable, y en que tratar de imponer una solución que no se base en un acuerdo entre todas las partes relevantes es inútil.

Sabemos por experiencia que todo diálogo sustancial exige una voluntad de autocrítica, de examinar nuestras propias conciencias, iniciar una exploración del alma. En nuestras discusiones, hemos sentido la necesidad de reflexionar sobre el potencial de nuestras  respectivas tradiciones religiosas para promover el fanatismo o la intolerancia. Esto nos llevó a ofrecer sugerencias específicas para los judíos, los cristianos y los musulmanes, que se describen en el texto completo de estas reflexiones.

Creemos que el papel primordial que deberían desempeñar las  religiones “abrahámicas” en lo que respecta al Medio Oriente es la promoción de la reconciliación y la paz entre estas tres  tradiciones. Debido a las memorias históricas y las heridas de todas las personas implicadas, esta no es una tarea fácil. Exhortamos a los pensadores religiosos a realzar los elementos de las tres tradiciones que promueven la estima y el respeto mutuos, y desarrollar lo que podría llamarse una “teología de la pertenencia”. Esta teología, que abarca las identidades de los judíos, los cristianos y los musulmanes, reconocería que las tres comunidades “pertenecen” a la Tierra que, de maneras diversas, es santa para ellas.

8.  Invitación al diálogo

Las reflexiones concluyen con un urgente llamado a todas las personas comprometidas con la amistad interreligiosa, a todos los que se interesan por la “Tierra Santa”, a no perder la esperanza. La difícil senda del diálogo es el único camino seguro hacia la reconciliación. Llamamos a los judíos, los cristianos y los musulmanes de todas partes a hablar unos con otros, y estar abiertos unos a otros, dejando a un lado las tentaciones de la polémica, el fanatismo y el estereotipo para ponerse al servicio de la paz.

Después de realizar una cantidad de invitaciones específicas para continuar el diálogo, las reflexiones ofrecen una plegaria: quiera Dios, insha’Allah, que la paz celestial abrace pronto a todos los pueblos de Medio Oriente. A pesar de las dificultades, creemos que los judíos, los cristianos y los musulmanes deben luchar permanentemente por la reconciliación, confiando para hacerlo en la ayuda de Dios, porque “Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza”.

 Shavuot / Pentecostés - 2013/5773


 

'Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza'

Reflexiones acerca del papel de los grupos religiosos e interreligiosos en promover la reconciliación sobre y en el convulsionado Medio Oriente.

TEXTO COMPLETO

 

Editorial remarks

* Monseñor Munib A. Younan, obispo luterano de Jerusalén. Cita utilizada con su gentil autorización.

Traducción del inglés: Silvia Kot