Shalom en la era de la crisis del coronavirus

En los diez últimos días, fui a caminar varias veces con algunos miembros de mi familia (manteniendo la “distancia social” apropiada de 2 metros) por el “Bosque de la Paz” (Ya’ar Hashalom) debajo del barrio de Abu Tor en Jerusalén. Pero ahora me veré forzado a renunciar a esos paseos, porque dirigirme en auto a más de 100 metros de mi casa estará prohibido por las autoridades.

En esos paseos, yo contemplaba los hermosos árboles, incluyendo los olivos, el paisaje espectacular, y sentía una especial serenidad, porque había muy poca gente caminando por allí. Al parecer, la mayoría de las personas en Jerusalén están resguardadas en sus casas, contrariamente a miles de “librepensadores” que en Tel Aviv caminan o corren de a dos –y luego involuntariamente en multitudes—por la playa y algunos de los parques principales, a pesar de todas las directivas del Ministerio de Salud.  En ese bosque, yo experimentaba una sensación muy pacífica de armonía con la naturaleza y con mis familiares.

Por un lado, era consciente de que no hay ninguna paz política entre israelíes y palestinos, a pesar de la existencia de este Bosque de la Paz en el corazón de Jerusalén. ¡Por otro lado, sorprende observar que de repente, en la era de esta crisis del coronavirus, las guerras y la violencia se detuvieron abruptamente! Lo mismo ocurre con la contaminación del medioambiente, porque no hay casi nadie en las calles y casi ningún avión en el cielo. En contraste con nuestras vidas anteriores, hay un gran sentido de que todos estamos juntos en esto. Lo que empezó en China algunos meses atrás afectó a todo el mundo. En nuestra región, tanto los israelíes como los palestinos –como casi toda la humanidad en estos días—están encerrados en una forma de cuarentena, autoimpuesta o impuesta por nuestros gobiernos, preocupados por hacer todo lo posible, en forma separada y conjunta, para evitar que se expanda este virus en nuestra región hasta alcanzar proporciones catastróficas.

Un famoso pasaje del Talmud dice: “Quien salva a una sola vida, salva al mundo entero”. Muchos años atrás, en una de mis sesiones de diálogo interreligioso, me enteré de que el Islam tiene exactamente el mismo versículo en su tradición. Nuestros equipos médicos en Israel—con judíos y árabes trabajando juntos, como lo hacen siempre en nuestros hospitales y clínicas, pero ahora en condiciones de emergencia —hacen lo mejor que pueden para tratar de salvar cada vida humana, sin distinciones de religión o nacionalidad. En nuestro sistema médico, se deja de lado la política, aun cuando las discusiones políticas siguen con toda su fuerza en el Knesset y en la sociedad israelí, debido a las amenazas a nuestra democracia por parte de los actuales partidos dominantes  (es un tema para otro artículo, no para este).

La palabra hebrea “shalom” no significa solamente “paz”. También tiene el sentido de “armonía” o “plenitud”, algo parecido al concepto contemporáneo de “bienestar”.  Todos estamos preocupados por la salud de las personas en nuestras familias y entre nuestros amigos. Al mismo tiempo, estamos preocupados por la armonía en nuestras sociedades, por la estructura social y cómo afectará la recesión no solo a tanta gente sino a nuestras sociedades en su conjunto, e incluso a todo el mundo. Existe un gran sentido de interconectividad en el mundo en este momento, pero no sabemos si durará o la mayoría de los países volverá a arreglarse por su propia cuenta. Por ejemplo, todos esperamos con gran ansiedad que algunos investigadores de algún lugar del mundo inventen medicamentos para tratar este virus o vacunas para prevenirlo en el futuro, y no nos importa que esos nuevos descubrimientos vengan de China, Japón, Alemania, Estados Unidos, o algún otro lado.

La ciudad de Jerusalén quiere ser una ciudad de shalom—de armonía, plenitud y paz—como volví a aprender en un seminario al que asistí recientemente en Jerusalén, en la Abadía de Hagia María, sobre “La Vocación de Jerusalén”, un seminario copatrocinado por el Movimiento de los Focolares (un movimiento cristiano interreligioso muy especial, con su sede central en Italia y capítulos en 180 países de todo el mundo), con el que he cooperado en el diálogo interreligioso durante varias décadas. Este seminario se realizó el último día en que interactué en forma personal con otros seres humanos, excepto mi familia, y fue un día muy significativo de aprendizaje y de inspiración, con colegas judíos y cristianos de Jerusalén, así como de Alemania, Italia y los Estados Unidos, a través de la tecnología de video.  Leer algunos de los inspiradores textos de las Biblias hebrea y cristiana me recordó por qué elegí vivir en Jerusalén durante los últimos cuarenta años.

Durante la actual crisis del coronavirus, estuve usando la aplicación zoom para conectarme con mi familia y mis amigos en Israel y New York y otros lugares del mundo. Y el domingo pasado a la noche asistí a mi primera conferencia por zoom, dictada por el Dr. David Bernstein del Instituto Pardes de Estudios Judíos de Jerusalén, en la que participaron también graduados del Pardes y amigos de todo el mundo. El tema de la conferencia fue “Vivir con incertidumbre: Luz y redención en tiempos inciertos”. Dr. Bernstein aportó muchos textos para la discusión, especialmente textos referidos a la gratitud, como “Foco en la gratitud” de Shari Swanson (del “Daily Good”, 24 de noviembre de 2016), que finaliza con esta idea: “sondea tu corazón para contar sus bendiciones y deja que la abundancia que sientes desborde en tu propia expresión de gratitud”.

Cuando termine esta crisis del coronavirus, volveré al Bosque de la Paz una vez más a pasear con mi familia y mis amigos. Es un lugar hermoso, en el corazón de nuestra ciudad. Mientras tanto, me limito a caminar por mi barrio, solo o con gente querida (separados por 2 metros, de acuerdo con las actuales reglamentaciones). Mientras realizo estos paseos, me siento agradecido por las bendiciones que tengo en mi vida, especialmente por una familia maravillosa y buenos amigos, así como por el privilegio y la bendición de vivir en Jerusalén, a la que todavía me gusta considerar una ciudad de paz, armonía y plenitud.

Editorial remarks

Esta nota fue publicada en “Times of Israel”, el 24 de marzo de 2020. Agradecemos el gentil permiso para reproducirla en este sitio.
(Traducción: Silvia Kot)