Saludo del obispo Dr. Munib Younan

Conferencia Anual 2017 del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos
Apertura
Domingo 2 de julio de 2017

 

Excelencias,

Queridos amigos,

Es una alegría y un honor para mí, como obispo luterano árabe palestino, ser invitado a hablar en la conferencia del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos aquí en Bonn. Les traigo los saludos de Jerusalén, una ciudad que necesita las plegarias de todos ustedes. Estamos reunidos aquí para desarrollar una importante serie de conversaciones sobre tópicos vitales para el mundo de hoy. Explorar la posibilidad de buenas relaciones entre cristianos y judíos—como componente de relaciones vigorosas entre judíos, cristianos y musulmanes—constituye hoy una preocupación central en el mundo. Espero que esta conferencia trate temas relacionados con la justicia, la paz, la reconciliación y el hecho de vivir juntos en nuestro mundo dividido y roto. Es nuestra responsabilidad conjunta, como personas de fe, mejorar la humanidad de los seres humanos en nuestro mundo.

Nos reunimos aquí cuando se conmemoran los 500 años del inicio de la Reforma. Lo celebramos en forma mundial, ecuménica y con espíritu de arrepentimiento. Aun con este espíritu de arrepentimiento, enfatizamos los puntos positivos de la Reforma. A través de los esfuerzos de Martín Lutero y muchos otros reformadores, la Reforma aportó la frescura del Evangelio y un mensaje de liberación y libertad para todas las personas. La frase “ecclesia semper reformanda” fue acuñada en primer lugar por el teólogo Karl Barth a mediados de los años 1940. Los luteranos han tomado, por supuesto, el enfoque de este teólogo reformado y lo releen en el espíritu de Reforma de Lutero, incluso en sus tesis sobre las indulgencias de 1517 y sus tesis de la Controversia de Heidelberg de 1518. Estas chispas de luz en los comienzos de la carrera de Lutero como reformador muestran su valiente actitud de reformar, reconstruir y rehacer la Iglesia con espíritu de arrepentimiento y fidelidad al Evangelio de Jesucristo.

En su significado más profundo, la Reforma continua ha inspirado compromiso con la libertad  de todos los seres humanos, respeto por los derechos humanos, justicia de género y libertad de conciencia, como parte integral de nuestra libertad, por la gracia de Dios. Por eso la Federación Luterana Mundial decidió tomar el lema “Liberados por la gracia de Dios” para la conmemoración de los 500 años. La frescura del Evangelio nos ayuda a entender la libertad y la dignidad humanas más profundamente de lo que podemos imaginar. A través de nuestros diálogos permanentes con otras Iglesias y tradiciones religiosas, entendemos ahora que no solo nosotros tenemos esos valores: todas las religiones establecidas respetan la dignidad inherente a los seres humanos.

Este 500º aniversario también nos ofrece a los luteranos—junto con todos los cristianos que se identifican con las tradiciones occidentales— la importante oportunidad de fortalecer los compromisos con los judíos y los musulmanes para mejorar las relaciones ecuménicas. Alemania provee un importante contexto para cada una de estas conversaciones.

Después del Holocausto, las Iglesias de Alemania, incluyendo a las Iglesias luteranas, han estado muy activas en la lucha contra el antisemitismo. Valoro profundamente su trabajo para establecer y expandir un  diálogo judío-cristiano respetuoso y significativo. Siguiendo estos esfuerzos pioneros, la asamblea de la Federación Luterana Mundial, realizada en Budapest en 1984, repudió las diatribas antijudías de Martín Lutero. Fue un acto de arrepentimiento, pero también de liberación, que mostró que los luteranos tenemos una relación crítica con nuestro fundador. Es este un buen proceso, no solo para las instituciones de la Iglesia, sino para la conciencia de nuestro pueblo y la posibilidad de establecer una relación con nuestros vecinos. Esto produjo un giro constructivo en las relaciones entre luteranos y judíos.

Ahora, en medio del conflicto del Medio Oriente y la actual crisis de refugiados, es hora de que las Iglesias sigan las lecciones del diálogo judío-cristiano y hagan lo mismo con los musulmanes y el Islam.  Como luteranos, debemos iniciar ahora el proceso de repudiar lo que escribió Lutero sobre el Islam, en general, en sus ataques contra “el Turco”.  Debemos eliminar de nuestra tradición toda influencia que promueva como objetivo el odio hacia el Otro. En esto, creo que podemos colaborar, como cristianos árabes, en construir puentes con los musulmanes, por nuestra experiencia de 1400 años de coexistencia pacífica.

Este es el momento de realizar esfuerzos conjuntos para combatir el antisemitismo y la islamofobia. Ninguno de estos compromisos reduce nuestro fervor por la justicia para las personas oprimidas y marginadas. Decirle no al antisemitismo no quiere decir que las personas o las Iglesias permanezcan en silencio en relación con la paz basada en la justicia en el problema palestino-israelí. De hecho, creo que el  diálogo cristiano-judío no puede separarse de la situación palestino-israelí, que a su vez es central para toda consideración de paz regional y mundial.

Del mismo modo, pedir democracia e igualdad de ciudadanía en el mundo musulmán no hace que una persona sea anti-islámica. En ambos casos, por supuesto, algunas personas usarán los pedidos de justicia para enmascarar su antisemitismo o su islamofobia. Pero un diálogo enérgico y robusto que busque lo mejor para todas las comunidades contrarrestará esas actitudes de mala fe.

Como provengo del Medio Oriente, soy un testigo del hecho de que hay muchas voces extremistas que dañan a nuestra región. Todos somos conscientes del creciente extremismo que usa textos religiosos para  justificar la violencia y la muerte, y para promover su agenda política. Sin embargo, el Medio Oriente también ha realizado esfuerzos positivos hacia una comprensión constructiva de la diversidad y la pluralidad, y debe apoyar esas iniciativas. Daré algunos ejemplos. En primer lugar, está el documento “Una palabra común”, publicado en 2007 y firmado por 138 académicos islámicos de todo el mundo. El documento declara que el mensaje central de las Sagradas Escrituras, incluyendo el Corán, está sintetizado en los mandamientos para amar a Dios y amar al prójimo. 

Más recientemente, he participado en reuniones en  Marrakesh y en El Cairo. Los académicos musulmanes debatieron la situación de las minorías que viven bajo un gobierno islámico. Mis presentaciones en esas conferencias se centraron en el mensaje de igualdad de ciudadanía, con iguales derechos e iguales responsabilidades, manteniendo la diversidad. En la Universidad Al-Azhar, la consulta de febrero de 2017 emitió una declaración en la que se dice que no existen minorías (dhimmis) sino solo ciudadanos iguales.

Es  importante para los líderes de la región del Atlántico Norte entender que el mundo musulmán se plantea las mismas preguntas que Europa y Norteamérica. El principal desafío político actual en todo el mundo es insistir en el principio de igualdad de ciudadanía. A través del mundo, ciertos políticos y grupos insisten en que pertenecer a una comunidad religiosa u otra hace que una persona sea menos igual. Vemos estas tendencias tanto en el populismo como en el nacionalismo extremista. En Europa debemos ser conscientes de que algunas actitudes sobre el Islam y los musulmanes —algunas de ellas, inspiradas en el propio Martin Lutero— dieron forma a determinadas reacciones a las crisis de refugiados. Es urgente reafirmar el mensaje de igualdad y dignidad inherente a todos los seres humanos—un mensaje compartido por el judaísmo, el cristianismo y el Islam—contra esas tendencias políticas destructivas. Yo mismo, como refugiado, creo que es el momento de seguir el documento del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados que firmaron todas las tradiciones religiosas, “Acogiendo al extranjero”, y aceptar a los refugiados y desplazados en Europa y otros lugares, porque es nuestra vocación ver la imagen de Dios en el refugiado, el desplazado y el oprimido, cuyos derechos humanos son violados.

Espero que este diálogo y muchos otros como este, al abordar los desafíos comunes que enfrentamos en el mundo actual, contribuyan a la energía generada en este 500º aniversario. El 31 de octubre de 2016, Su Santidad el Papa Francisco, yo mismo como presidente de la Federación Luterana Mundial y el secretario general de la Federación Luterana Mundial Rev. Martin Junge, presidimos una conmemoración conjunta  de la Reforma en Lund, Suecia. Este evento fue la culminación de 50 años de diálogo luterano-católico, un trabajo que reformó y renovó nuestras relaciones. Esa reunión creó una nueva energía de apertura y posibilidades. Su Santidad y yo hemos firmado una declaración histórica, en la que declaramos que lo que nos une es mucho más grande que lo que nos divide, y nos comprometimos como luteranos y católicos a ir del conflicto a la comunión, a trabajar juntos por la paz basada en la justicia en todo el mundo, y a una diakonia profética conjunta.

Ofrezco esa misma energía para nuestros diálogos interreligiosos: el cristiano-judío y el cristiano-musulmán. Nuestros diálogos no deberían estar determinados por viejos patrones y viejas agendas. Deberían abordar los desafíos comunes que enfrentamos juntos en el mundo de hoy. Tenemos que comprometernos no solo para el diálogo, sino para relaciones construidas con confianza y amistad.

En los tres últimos días, la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra Santa, y la Iglesia Evangélica de Renania realizaron el quinto taller de diálogo cristiano-judío con el tema “Luchar contra el extremismo en la era de la ‘posverdad’”. Hoy llamo a todos los líderes religiosos del mundo a no ser cómplices sino a alzar sus voces proféticas en la lucha contra toda clase de odio y extremismo. Recordemos que ninguna religión tiene el monopolio cuando se trata de extremismo religioso. Hoy es la vocación de los líderes religiosos ser proféticos en la lucha contra los extremistas, exponiendo las agendas políticas que presentan. Tenemos que usar la educación y el diálogo interreligioso para promover la aceptación del otro. Hoy más que nunca, es nuestra vocación ver la imagen de Dios en la otredad del otro.

Como dice el salmista: “Haz el bien; busca la paz y síguela”. Y como escribe Santiago, “Los que procuran la paz, siembran la paz para recoger como fruto la justicia”.

Que Dios bendiga a cada uno de ustedes, y que Dios bendiga esta reunión.

 

Editorial remarks

El Dr. Munib Younan es obispo de la Iglesia Evangélica Luterana de Jordania y Tierra Santa desde 1998. De 2010 a mayo de 2017, fue también presidente de la Federación Luterana Mundial.

Traducción del inglés: Silvia Kot.