El Evangelio de Marcos y el judaísmo

La historia de Jesús escrita por Marcos ha suscitado mucho menos interés que las demás narrativas evangélicas en los debates concernientes a las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo. El motivo principal es que se consideró que es especialmente en Mateo y en Juan donde existen notables pasajes con un fuerte sabor de antijudaísmo.

El Evangelio de Marcos y el judaísmo

Robert McFarlane

Introducción

La historia de Jesús escrita por Marcos ha suscitado mucho menos interés que las demás narrativas evangélicas en los debates concernientes a las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo. El motivo principal es que se consideró que es especialmente en Mateo y en Juan donde existen notables pasajes con un fuerte sabor de antijudaísmo.

En Mateo, la atención suele centrarse, por sus consecuencias ulteriores, en ciertas expresiones peculiares incluidas en la narrativa del proceso a Jesús, que subrayan la culpabilidad judía. La más importante de esas expresiones es el grito de la multitud: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mt 27, 25). Esto aparece en yuxtaposición con el sueño de la mujer de Pilato (Mt 27, 19), cuya función es eliminar la culpa de la autoridades romanas (compárese con Mc 15, 1-20). Otra característica notable de Mateo es la última bienaventuranza (Mt 5, 11-12): hay una diferencia crítica entre este fragmento y su paralelo en Lucas 6, 23. En Mateo dice "pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros", mientras que en Lucas dice: "pues de esa manera trataban sus padres a los profetas". En estos dos ejemplos, el proceso a Jesús y la última bienaventuranza, podemos discernir una tendencia polémica en Mateo, que está ausente en Marcos.

Del mismo modo, Juan usa un tono marcadamente hostil en su característica expresión "los judíos". Encontramos ejemplos de estas expresiones en Jn 5, 16.18; 6, 52; 7, 13; 8, 44 (véase v.31).48.58-59; 10, 31; 11, 8; 18, 36. Este último versículo también intenta hacer recaer la culpabilidad por la muerte de Jesús sobre "los judíos". Una vez más, esta clase de expresión está ausente en Marcos.

Una primera observación que podríamos aventurar es que Marcos, lejos de carecer de interés para nosotros, es sumamente interesante, por la ausencia de esos sentimientos francamente antijudíos que tan a menudo se discuten en Mateo o Juan. En este análisis veremos qué tiene para decir el evangelio de Marcos sobre los judíos y las formas del judaísmo contemporáneas a su redacción. Pero antes de comenzar, es pertinente un breve comentario sobre Lucas-Hechos.

Lucas-Hechos, no tan marcadamente negativo en su descripción del judaísmo como Mateo y Juan, sigue siendo considerado de mayor interés que Marcos cuando se tratan las relaciones judeo-cristianas, por su acento en temas tales como compartir la mesa (especialmente Hch 10, 11), las acciones del carácter central de Hechos, Pablo y la relación con sus epístolas, especialmente Gálatas y Romanos. De particular interés en Hechos es el discurso de Pedro (Hch 2, 14-41) y el discurso final de Pablo (Hch 28, 25-28). Este último discurso concluye con palabras particularmente polémicas: "Sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles; ellos sí que la oirán". Esto ha sido interpretado en forma antisemita, entendiendo que mostraba un rechazo de Dios al pueblo judío. Sin embargo, algunos, entre ellos Jervel, sostienen que esas palabras se dicen para aguijonear a los oyentes judíos, avergonzándolos, para que acepten lo que ahora es ofrecido a todos por su Dios. Sea como fuere, Lucas-Hechos es considerado el documento central para entender cómo el hecho de seguir a Jesús deja de ser una actividad interior al judaísmo y se transforma en una religión separada. No obstante, veremos más adelante que Marcos muestra mayor interacción entre Jesús y los gentiles que ningún otro evangelio, incluyendo a Lucas.

Una última razón para analizar el texto de Marcos con relación al judaísmo es la fecha en que fue redactado. No es este el lugar para repasar todos los argumentos, pero existe consenso académico en que Marcos es el evangelio más temprano, sin duda si se lo compara con Mateo y Lucas, y seguramente con relación a Juan. El evangelio de Marcos parece haber sido escrito muy cerca de la caída de Jerusalén y el final de la guerra de 66-70 E.C. de los judíos contra los romanos. Antes de esa catástrofe, el judaísmo exhibía una gama interpretativa extremadamente rica, tanto dentro como fuera de los círculos rabínicos formales. Esto significa que, en mayor medida que los demás evangelios, Marcos puede ser una fuente útil para estudiar las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo en los comienzos del proceso de la "separación de los caminos".

La descripción que hace Marcos de Jesús y el judaísmo

Un buen punto de partida para analizar a Marcos y el judaísmo es cómo describe el texto a Jesús en la narrativa, en su relación con el judaísmo. La narrativa de Marcos muestra a Jesús interactuando con diferentes grupos del judaísmo de la época. La manera en que describe a estos grupos, hace difícil la división en categorías. Algunas descripciones, como las de los fariseos y los saduceos, representan diferentes halakhot, mientras que otras descripciones representan funciones y posiciones, como los ancianos, los escribas y los sacerdotes. Así, Marcos habla de escribas que eran fariseos (por ejemplo, en 2, 16). Sin embargo, otras denominaciones son en general más "políticas", como la de herodianos. Por otra parte, el uso de la sinagoga y el templo como escenarios dramáticos, indican una relación estructural con el judaísmo.

Hay una gran cantidad de detalles concernientes a las interacciones que acabamos de mencionar, tanto entre Jesús y otros grupos, como de esos grupos entre sí (por ejemplo, fariseos con saduceos en 12, 18-27, y fariseos con herodianos en 12, 13-17). Aunque aparecen en diversos lugares, estas interacciones se concentran en la narrativa en 2, 1 a 3, 6, y en los capítulos 11 y 12. La observación más significativa que se puede hacer sobre estos pasajes es que Marcos presenta a Jesús como un rabí entre rabíes; las interacciones entre Jesús y los demás se refieren a su manera particular de establecer la lectura legítima de la Torah. En este sentido, hay que decir que Marcos no puede ser caracterizado como antijudío. Más bien parece mostrar rasgos de un grupo sectario, que busca establecer una nueva interpretación de la Torah.

Dicho esto, debemos admitir que esas interacciones son bastante acaloradas, y que la descripción de los oponentes de Jesús es casi completamente negativa (véase una excepción en 12, 28). Podemos enumerar algunos ejemplos de esos incidentes negativos:

 

Herodianos: 3, 6; 8, 15; 12, 13 ss. (también por inferencia 6, 14-29)

Fariseos: 2, 16; 2, 24; 3, 6; 7, 1; 8, 15

Saduceos: 12, 18-27

Escribas: 1, 22; 2, 6; 2, 16; 3, 22; 9, 14; 12, 28-34; 12, 38-40

Ancianos: 8, 31

Sumos sacerdotes: 10, 33; 11, 18; 11, 27; 14, 1. 53-65; 15, 31, 32 a

 

Pero, a diferencia de la expresión "los judíos" de Juan, Marcos describe a "la multitud" (quizá refiriéndose a am haaretz) en términos muy positivos (por ejemplo, 1, 32-34; 3, 7-11; 12, 37). La única excepción importante se encuentra en el reclamo por la libertad de Barrabás en 15, 11-15. Pero incluso aquí debemos notar que las acciones de la multitud son atribuidas a la agitación provocada por los "sumos sacerdotes". De este modo, Marcos se muestra favorable al pueblo a expensas de los dirigentes.

Hay dos momentos del texto en que Marcos muestra un vínculo positivo con otros grupos judíos. El primero puede ser demasiado obvio para hacer una observación, pero debemos recordar que las enseñanzas de la figura que llegó a ser conocida como Juan el Bautista también representan un camino halákhico. Tanto en 1, 1-13 como en 6, 14-29, los movimientos renovadores de Jesús y del Bautista están estrechamente vinculados. Más significativo aún para el propósito de nuestra argumentación es observar que 2, 18 presenta más afinidad del movimiento del Bautista con la práctica farisea que el movimiento de Jesús. En esto vemos otra vez que no había una división fuerte y tajante entre el cristianismo y el judaísmo, sino un debate diversificado referente a los modos de interpretación. Sólo puede sorprender que se agrupe al Bautista con los fariseos en cuanto al ayuno, y a los escribas y fariseos con Jesús en el tema de la resurrección.

El segundo grupo que atrae nuestra atención es el que se describe en el enigmático pasaje 9, 38-41. Probablemente se refiera más a la vida de la Iglesia primitiva que a la de Jesús. Pero muestra una mayor tolerancia a otras maneras de seguir a Jesús, que difiere de Mateo y Juan, donde está ausente (se narra en forma abreviada en Lucas 9, 49-50). Las tradicionales expresiones del Cercano Oriente "hablar mal" y "vaso de agua", omitidas en Lucas, parecen demostrar que el escenario es Israel. Así, Marcos demostraría que conoce al menos un grupo diferente dentro del judaísmo que sigue a Jesús.

Una vez reconocida la diversidad de los grupos representados en la descripción del judaísmo que hace Marcos, estamos en condiciones de echar una breve mirada sobre los temas que se debaten entre la forma halákhica de Jesús y la de los demás. Estas incluyen el ayuno (2, 18), ejemplos de observancia del Sabbath (2, 23-27; 3, 1-5), un pasaje complejo referido al lavado y las ofrendas rituales (7, 1-23), causas de divorcio (10, 1-12), tributos a Roma (12, 13-17), resurrección (12, 18-27), "el primero de todos los mandamientos" (12, 28-31), el Mesías (12, 37), el largo del ropaje y los asientos en las sinagogas (12, 38-40), el valor relativo de las ofrendas del rico y del pobre (12, 41-44) y el Templo (11, 15-18; 13, 2). Lo que hay que señalar es que, mientras que la manera de enseñar de Jesús puede haber sido distinta, no hay una sola enseñanza o práctica que no se encuentre en alguna otra forma del judaísmo de la época.

Lo que también suele pasarse por alto, no sólo en Marcos, sino en todos los evangelios, es que Jesús es notablemente observante como judío. Lo vemos en su bautismo (1, 9), su vida de oración (1, 35), las instrucciones que le da al leproso curado sobre la ofrenda apropiada (1, 44), su explícito compromiso con los mandamientos (7, 10; 10, 19; 12, 29-31), y su observancia de la Pascua (14, 12 ss.). Notemos también que sus discípulas mujeres observan la prescripción del Sabbath en su entierro.

Así, tanto en las narrativas de Marcos sobre los conflictos, como en su descripción de las acciones positivas de Jesús, discernimos una figura representativa –y no antagónica– de los elementos que componen la rica trama del judaísmo de la época.

También podemos discernir en Marcos dos elementos característicos que expresan la manera en que el autor entiende el papel de Jesús:

El primero es la percepción narrativa del carácter de Jesús. Lo presenta en forma bastante tradicional como profeta, transmitiendo sabiduría y ejerciendo un ministerio sanador (6, 1-5; cf. 14, 65 y 15, 31). Del mismo modo, el carácter de Jesús es presentado como el de un maestro (Cap. 4; cf. también 14, 49). Así, se ve a Jesús actuando en forma convencional dentro del judaísmo.

El segundo elemento característico que muestra la percepción de Marcos sobre el papel de Jesús es la serie de títulos usados por y para Jesús. Estos títulos son de naturaleza judía, especialmente Cristo o Mesías (8, 29; 13, 22; 14, 61 ss.) e Hijo de David (10, 47-48). Aunque mucho menos claro en su interpretación, la expresión común que usa Jesús en la narrativa para autodescribirse, "Hijo del Hombre", también tiene sus orígenes en el judaísmo bíblico (8, 31; 9, 31; 10, 33; véase Daniel 10, 16). Hay aquí un marcado contraste con los títulos que usa Juan: por ejemplo, verdadera vid, puerta, luz, etc. Si bien estas expresiones tienen paralelos judíos, pueden entenderse en un medio general más helénico. Los títulos atribuidos a Jesús en la narrativa de Marcos, así como las funciones narrativas que cumple, representan un uso de categorías judías para interpretar el significado del carácter.

Para concluir nuestro análisis sobre la descripción que hace Marcos de Jesús y el judaísmo, hemos observado que Marcos no presenta a Jesús en conflicto con el judaísmo. En realidad, los conflictos se suscitan entre Jesús y algunas otras tradiciones halákhicas rivales. Mayormente, son estas las que entran en conflicto con Jesús. A veces están de acuerdo con Jesús, pero en conflicto entre ellas. Además de los grupos mencionados, también hemos notado que el movimiento del Bautista representa otra rama de la renovación del judaísmo. Incluso detectamos una alusión a por lo menos un grupo más que sigue a Jesús, pero no en comunión directa con la comunidad de Marcos; la descripción de ese grupo contiene fuertes elementos de localización levantina. De este modo, llegamos a la conclusión de que Marcos percibe a Jesús como un rabí judío fundador de su comunidad. No hay ningún indicio de que su intención sea separarse del judaísmo. Más bien observamos que los conflictos que describe esta narrativa son compatibles con la permanencia dentro del judaísmo. La narración de Marcos es un ejercicio que busca una supremacía interpretativa, de la vida y la muerte de Jesús y de la Torah.

La comunidad de Marcos y el judaísmo

En el texto de Marcos existen fuertes elementos que revelan la autopercepción de la comunidad. Esos elementos tienen que ver con la cultura, la geografía y la historia. El más notable es el discurso extraordinariamente largo (¡para Marcos!) del capítulo 13, concerniente a la profanación del Templo. Esto se reproduce en Mateo y Lucas, pero hay otros temas que parecen más indicativos de la visión particular de la comunidad de Marcos en relación con el judaísmo. Esta visión se revela en la manera en que se desarrolla la narrativa. A pesar de que la historia se refiere a Jesús cuarenta años atrás, algunos elementos en el acto de narrar reflejan la autopercepción de la comunidad que redacta el texto. Los elementos más significativos son la narración de la interacción de Jesús con los gentiles y la polaridad entre Galilea y Jerusalén.

Como sugerimos en la introducción, Marcos muestra más interacción entre Jesús y los gentiles que ningún otro evangelio. Los episodios son: la curación del endemoniado de la Decápolis (actual Jordania) en 5, 1- 20, la curación de la hija de la sirofenicia cerca de Tiro (actual Líbano) en 7, 24-30, y la curación del tartamudo sordo en 7, 31-37. Es de destacar que este último relato no tiene paralelo en ningún otro evangelio. Marcos presenta otra interacción positiva entre Jesús y un gentil en la muerte de Jesús (15, 39), cuando el centurión dice: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios". Todos estos incidentes narrativos indican que dentro de la comunidad de Marcos existía una fuerte aceptación de los gentiles.

Algunos comentaristas consideran que esta aceptación de los gentiles es una evidencia de que el texto fue compuesto en territorio romano. No es este el lugar para refutarlo, pero parece preferible entender esta "misión a los gentiles" en el contexto del interés más amplio de Marcos por cuestiones tales como la pureza y la aceptación religiosa. Esto es especialmente cierto en los relatos de las curaciones de Mc 5 y 7.

La curación del endemoniado precede a la curación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga (5, 21-43). Del mismo modo, las dos curaciones de Mc 7 aparecen inmediatamente después de la discusión entre Jesús y los fariseos sobre los discípulos que no se lavan correctamente las manos antes de comer. La vehemencia de la respuesta de Jesús a los fariseos se debe a que las bases de la pureza se trasladan de la observancia ritual a la conducta ética. De modo que el interés de Marcos por los gentiles parece formar parte de una halakha diseñada para variar las fronteras de la pureza que incluyen y excluyen a las diversas personas, que difiere de otras formas de judaísmo de esa época. Sin embargo, observamos que las conversiones podían tener lugar –y de hecho así ocurría– especialmente en el judaísmo de la diáspora helénica. Por lo tanto, una vez más Marcos no se diferencia totalmente del judaísmo de la época.

El otro rasgo distintivo de la narrativa de Marcos es la polaridad Jerusalén-Galilea. No es exagerado decir que todas las referencias del evangelio de Marcos a Jerusalén son negativas, mientras que las referencias a Galilea son positivas. El ejemplo más significativo de esto es que según Marcos, Jesús ni siquiera tiene la intención de dormir en la ciudad (11, 11), y en cambio, Galilea es presentada como una tierra prometida, donde se reconstituirá la comunidad tras la resurrección de Jesús (14, 28; 16, 6-7). En general, Marcos describe a Jerusalén como el lugar de la muerte y a Galilea como el lugar de la nueva vida. Esto es inquietante, pero notemos que la comunidad de Qumran, indudablemente judía, también consideraba corrupta a la jerarquía del Templo de Jerusalén.

Considerando estas dos cuestiones, el lugar de los gentiles en el texto y la descripción negativa de Jerusalén, podemos hacer una observación final: estos elementos no constituyen en sí mismos una ruptura con el judaísmo. Ciertamente, el tono general de Marcos expresa, como hemos señalado, un movimiento dentro del judaísmo. No obstante, podemos ver en estos dos elementos en particular el germen que inevitablemente producirá tensiones insoportables entre las comunidades primitivas de seguidores de Jesús y la reconstrucción rabínica del judaísmo después de la destrucción del Templo y la nación en el año 70 E.C.

Conclusión

En este breve análisis hemos examinado cómo se describe a Jesús en Marcos con relación a diversas formas del judaísmo tardío del Segundo Templo, y también los rasgos distintivos de la narración de Marcos que dejan entrever a la comunidad detrás del texto. Vimos a Jesús como un rabí entre rabíes. Vimos a la comunidad como un grupo de seguidores de Jesús, firmemente dentro del judaísmo, buscando establecer la legitimidad de su halakha, abierta a los gentiles y a otras personas ritualmente impuras. Podemos concluir que Marcos no está teñido de antijudaísmo, sino que representó un camino cuya peculiaridad pudo encontrar un lugar en la reconstrucción de Israel después de la Guerra Judía.

Algunas sugerencias de lecturas adicionales

No hay demasiado escrito sobre Marcos y el judaísmo, por las razones expuestas en la nota. Algunas obras que sirvieron para este análisis son:

  • Charlesworth, J. H., Jesus within Judaism: New Light from Exciting Archaeological Discoveries (Londres, SPCK, 1989).
  • Daube, D., The New Testament and Rabbinic Judaism (NY, Arno, 1973; publicado originariamente en 1956).
  • Hilton, M. y Marshall, G., The Gospels and Rabbinic Judaism: A Study Guide (Londres, SCM, 1988).
  • Marcus, J., The Way of the Lord: Christological Exegesis of the Old Testament in the Gospel of Mark (Edimburgo, T & T Clark, 1993).
  • Russell, D. S., From Early Judaism to Early Church (Londres, SCM, 1986).
  • Sandmel, S., Judaism and Christian Beginnings (NY, OUP, 1978).

Editorial remarks

Traducción del inglés: Silvia Kot