Edith Stein

Esta carta, en la que Edith Stein solicita al papa Pío XI su urgente intervención en favor de los judíos perseguidos en la Alemania nazi, se publicó por primera vez el 15 de febrero de 2003.

La carta de Edith Stein al papa Pío XI

Edith Stein, una destacada filósofa alemana, discípula de Husserl, nació en 1891 en el seno de una familia judía ortodoxa, aunque ella misma no profesó esa fe desde su adolescencia. En 1922, pidió el bautismo en la Iglesia Católica. En los albores del nazismo, fue despedida de su cátedra en el Instituto de Pedagogía Científica de Münster por su condición de judía. Poco después, ingresó en el convento de carmelitas de Colonia, y adoptó el nombre Teresa Benedicta de la Cruz. En 1938, tras la Noche de los Cristales, se la transfirió al Carmelo de Echt, en Holanda, pero unos años después fue arrestada por oficiales de las SS y deportada a Auschwitz, donde murió en 1942. En 1998, fue canonizada por el papa Juan Pablo II.

Esta carta, en la que Edith Stein solicita al papa Pío XI su urgente intervención en favor de los judíos perseguidos en la Alemania nazi, se publicó por primera vez el 15 de febrero de 2003.

12 de abril de 1933

¡Santo Padre!

Como hija del pueblo judío que, por la gracia de Dios, durante los últimos once años también ha sido hija de la Iglesia Católica, me atrevo a hablarle al Padre de la Cristiandad sobre lo que oprime a millones de alemanes.

Desde hace semanas vemos que suceden en Alemania hechos que constituyen una burla a todo sentido de justicia y humanidad, por no hablar del amor al prójimo. Durante años, los líderes del nacionalsocialismo han estado predicando el odio a los judíos. Ahora que tomaron el poder gubernamental en sus manos y armaron a sus partidarios -entre los cuales hay elementos probadamente criminales-, esta semilla de odio ha germinado. Sólo hace poco tiempo, el gobierno admitió que se habían producido algunos incidentes. No podemos conocer exactamente su alcance, porque la opinión pública está amordazada. Sin embargo, a juzgar por lo que he sabido a través de contactos personales, no se trata de ninguna manera de pocos casos excepcionales. Bajo la presión de reacciones del exterior, el gobierno adoptó métodos ?más benignos?. Ha difundido la consigna: ?no tocar ni un pelo a los judíos?. Pero sus medidas de boicot -que despojan a la gente de su sustento económico, su honor civil y su patria- arrojan a muchos a la desesperación: en la última semana, he sabido por informes privados de cinco casos de suicidio como consecuencia de ese hostigamiento. Estoy convencida de que este es un fenómeno general que todavía producirá muchas más víctimas. Podemos deplorar que esos desdichados no hayan tenido una mayor fuerza interior para sobrellevar su infortunio. Pero gran parte de la responsabilidad recae sobre aquellos que los llevaron a ese punto. Y también recae sobre aquellos que permanecen en silencio frente a esos hechos.

Todo lo que ocurrió y sigue ocurriendo día tras día es producido por un gobierno que se autodenomina ?cristiano?. Desde hace semanas, no sólo los judíos, sino también miles de fieles católicos de Alemania, y, creo, de todo el mundo, esperan y confían en que la Iglesia de Cristo alce su voz para poner fin a este abuso del nombre de Cristo. ¿No es esta idolatría de la raza y de la autoridad del Estado que se impone diariamente a la conciencia pública a través de la radio, una verdadera herejía? ¿No es este intento de aniquilar la sangre judía una afrenta a la sagrada humanidad de nuestro Salvador, a la santísima Virgen y a los apóstoles? ¿No se opone diametralmente todo esto a la conducta de nuestro Señor y Salvador, quien, incluso en la cruz, oró por sus perseguidores? ¿Y no es una mancha negra en la crónica de este Año Santo, que se suponía debía ser un año de paz y reconciliación?

Todos nosotros, que somos fieles hijos de la Iglesia y observamos las condiciones imperantes en Alemania con los ojos abiertos, tememos lo peor para el prestigio de la Iglesia, si el silencio se prolonga por más tiempo. Estamos convencidos de que a la larga, este silencio no logrará comprar la paz con el actual gobierno alemán. Por ahora, la lucha contra el catolicismo se hará en forma silenciosa y menos brutal que contra los judíos, pero no menos sistemática. No pasará mucho tiempo hasta que ningún católico pueda ocupar un cargo en Alemania, a menos que se ponga incondicionalmente al servicio del nuevo rumbo de los acontecimientos.

A los pies de Su Santidad, rogando su bendición apostólica,

(Firmado) Dra Edith Stein,
docente del Instituto Alemán de Pedagogía Científica, Münster en Westfalia, Collegium Marianum.


(Traducción del alemán: Silvia Kot)