PRIMER MANDAMIENTO
El objetivo primario del diálogo es aprender, es decir, cambiar y crecer en la percepción y la compresión de la realidad, y luego, actuar de acuerdo con ello.
SEGUNDO MANDAMIENTO
El diálogo interreligioso e interideológico debe ser un proyecto abordado tanto dentro de cada comunidad religiosa o ideológica como entre comunidades religiosas o ideológicas.
TERCER MANDAMIENTO
Cada participante debe entrar al diálogo con total honestidad y sinceridad.
CUARTO MANDAMIENTO
En el diálogo interreligioso e interideológico no debemos comparar nuestros ideales con la práctica de nuestro interlocutor, sino nuestros ideales con los ideales de nuestro interlocutor y nuestra práctica con la práctica de nuestro interlocutor.
QUINTO MANDAMIENTO
Cada participante debe definirse a sí mismo. Por su parte, el interpretado debe poder reconocerse en la interpretación.
SEXTO MANDAMIENTO
Cada participante debe entrar al diálogo sin presupuestos inflexibles acerca de cuáles son los puntos de desacuerdo.
SÉPTIMO MANDAMIENTO
El diálogo sólo puede tener lugar entre iguales. Los interlocutores deben estar dispuestos a aprender unos de otros.
OCTAVO MANDAMIENTO
El diálogo sólo puede desarrollarse sobre la base de la confianza mutua.
NOVENO MANDAMIENTO
Las personas que entran al diálogo interreligioso o interideológico deben ser mínimamente autocríticas de sí mismas y de sus propias tradiciones religiosas o ideológicas.
DÉCIMO MANDAMIENTO
Cada participante debe tratar de experimentar, en algún momento, la religión o la ideología del interlocutor “desde adentro”, porque una religión o una ideología no involucra sólo la mente, sino también el espíritu, el corazón, y “todo el ser” individual y comunitario.