"Dabru Emet": una disidencia judía

Más de 170 rabinos y estudiosos judíos firmaron recientemente una Declaración sobre los cristianos y el cristianismo titulado "Dabru Emet" (en hebreo: "decid la verdad"). El Instituto de El Instituto de Estudios Cristianos y Judíos de Baltimore fue el impulsor de este Documento.

"Dabru Emet": una disidencia judía

A. James Rudin

Más de 170 rabinos y estudiosos judíos firmaron recientemente una Declaración sobre los cristianos y el cristianismo titulado "Dabru Emet" (en hebreo: "decid la verdad"). El Instituto de El Instituto de Estudios Cristianos y Judíos de Baltimore fue el impulsor de este Documento.

Con sólo ocho párrafos, Dabru Emet es un ambicioso intento de presentar una "respuesta meditada por parte de los judíos" al "cambio espectacular y sin precedentes" de las relaciones entre judíos y cristianos. Cuando los responsables del Documento me pidieron que me uniera a los demás firmantes, me negué a hacerlo porque la Declaración de Baltimore no encara en forma adecuada y precisa la crítica cuestión del cristianismo y el Holocausto.

En 1997, el Grupo Interconfesional de Católicos y Protestantes de Milán, Italia, reconoció acertadamente que el Holocausto es central en todos los encuentros religiosos. Los cristianos italianos declararon: "El punto de partida de la cuestión de Dios hoy no puede ser otro que Auschwitz, un punto después del cual no hay retorno."

Y en 1998, el papa Juan Pablo II dijo: "El crimen conocido como Shoah (Holocausto) permanece como una mancha indeleble en la historia del siglo (XX)."

Los firmantes de Dabru Emet declararon: "El nazismo no fue un fenómeno cristiano. Sin la larga historia de antijudaísmo cristiano y la violencia cristiana contra los judíos, la ideología nazi no habría podido imponerse ni llevarse a cabo".

Una profesora de inglés de la escuela secundaria me enseñó a desconfiar de las frases largas en tiempo condicional. Nos recomendaba escribir frases directas afirmativas.

Lamentablemente, Dabru Emet no ha seguido el sabio consejo de mi profesora. El resultado es una inadecuada y sorprendentemente tímida descripción de una realidad histórica innegable: muchas enseñanzas y acciones cristianas a través de los siglos prepararon el terreno de cultivo — el clima moral, espiritual e intelectual— para el surgimiento del nazismo genocida.

¿Por qué no encararon los autores judíos de la Declaración ese punto significativo con la misma precisión y energía con que lo hicieron muchos cristianos? ¿Por qué la declaración de 1996 de la Conferencia General de la United Methodist Church (Iglesia Metodista Unida) es más clara y más firme que Dabru Emet cuando se refiere al cristianismo y el Holocausto?

La UMC afirmó: "Especialmente crítica para los cristianos... ha sido la lucha para reconocer el horror del Holocausto como la catastrófica culminación de la larga historia de actitudes y acciones antijudías en las que los cristianos, y a veces la misma Iglesia, estuvieron profundamente implicados."

Y el Grupo Interconfesional Cristiano de Milán fue aun más enérgico: "La Shoah es un acontecimiento que tuvo lugar en la Europa moderna y cristiana, que fue planeada y ejecutada por personas bautizadas. Los cristianos no pueden eludir este hecho. Deben afrontar el desafío de que aquí en Europa hubo gente que intentó "matar a Dios, matando al Pueblo de Dios."

No firmé Dabru Emet por otra frase problemática que tiene que ver con el Holocausto: "Si el exterminio nazi de los judíos se hubiera terminado de consumar, su furia asesina se habría vuelto más directamente contra los cristianos". Creo que esta es una aseveración imprecisa e incierta.

El cristianismo era un anatema para muchos líderes nazis, y existieron intentos de fraccionar a la auténtica Iglesia creando una Iglesia cristiana títere nazi, que atraía a parte del clero y algunos laicos. Por supuesto, los nazis asesinaron a eslavos "inferiores", incluyendo a muchos sacerdotes católicos polacos, así como a intelectuales cristianos: el más famoso fue el pastor luterano Dietrich Bonhoeffer.

Pero la Declaración de Baltimore es engañosa en el mejor de los casos, y peligrosa en el peor, porque establece una equivalencia moral entre el innegable intento de matar a todos los judíos del mundo y la indemostrable predicción histórica de que la misma "furia asesina" habría alcanzado a "los cristianos" en general. El lenguaje es demasiado absoluto y autosuficiente, y no discierne sobre la cantidad y la clase de cristianos que habrían podido matar los nazis.

Como la Declaración de Baltimore será ampliamente leída en iglesias cristianas e institutos de alta enseñanza a través del mundo, pedí a varios jóvenes seminaristas protestantes que estudiaran el párrafo de Dabru Emet referente al Holocausto. En forma unánime e independiente estuvieron de acuerdo en que el mensaje del documento es que tanto los judíos como los cristianos fueron los blancos primarios de los nazis. Esto simplemente no fue así.

Elie Wiesel observó sabiamente: "No todas las víctimas de los nazis fueron judías, pero todos los judíos fueron víctimas."

El enfadoso párrafo mencionado concluye: "No los culpamos (a los cristianos) por los pecados que cometieron sus antecesores". Aquí no hay discusión. Pero más allá de rehusar culparlos, existe la necesidad de una genuina responsabilidad por parte de las Iglesias cristianas en investigar su pasado con respecto al Holocausto. Ese reclamo específico está ausente en Dabru Emet.

Afortunadamente, hay un líder religioso que urgió a los cristianos a "examinarse a sí mismos sobre la responsabilidad que también les cabe por los males de nuestro tiempo."

¿Su nombre? El papa Juan Pablo II.

Editorial remarks

Rabino A. James Rudin, Consejero Interreligioso Senior, American Jewish Commitee, New York.

Traducción del inglés: Silvia Kot