'Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza' [1]

Reflexiones acerca del papel de los grupos religiosos e interreligiosos en promover la reconciliación sobre y en el convulsionado Medio Oriente. Texto Completo

TEXTO COMPLETO

1. Introducción

Con el correr del tiempo, la idea de “un Medio Oriente donde todos puedan vivir seguros, en Estados independientes y viables, enraizados en leyes internacionales y derechos humanos garantizados”[2]   parece cada vez más lejana. En particular, la prolongada situación de la falta de Estado de los palestinos provoca debate y polarización entre los cristianos, los judíos y los musulmanes de muchas partes del mundo. 

La discordia interreligiosa —incluso donde ha existido un diálogo amistoso durante décadas— ha motivado a una cantidad de organizaciones miembros nacionales del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos a buscar el asesoramiento y la guía del Comité Ejecutivo. Como el propio Comité Ejecutivo había estado preocupado por esto durante bastante tiempo, se reunió en Londres, Reino Unido, entre el 11 y el 15 de febrero de 2013, para intercambiar ideas sobre la situación.

Bendecidos por un clima de confianza y camaradería, los miembros del Comité Ejecutivo, incluyendo a los copresidentes del Foro Abrahámico Internacional del ICCJ, iniciamos un franco y animado análisis de los enormemente complejos temas involucrados. Decidimos elaborar estas reflexiones para las organizaciones miembros nacionales del ICCJ con el objeto de ayudarlas en sus actividades intergrupales locales. Consideramos que es nuestra responsabilidad como Comité Ejecutivo de una organización internacional dedicada al entendimiento interreligioso. También resolvimos darlas a conocer al público en general con la esperanza de ofrecer un servicio más amplio.  

Decidimos que debíamos hablar desde las décadas de experiencia del ICCJ en la búsqueda de un acercamiento entre judíos y cristianos en todo el mundo. Observamos que los largos siglos de animosidad entre cristianos y judíos han durado mucho más que la hostilidad interreligiosa que se observa hoy en el Medio Oriente y en otras partes. Y sin embargo, hemos visto surgir en el transcurso de nuestras vidas una nueva relación positiva entre los judíos y los cristianos separados durante mucho tiempo, aunque todavía es muy joven y necesita ser alimentada en forma permanente. También nos hemos remitido frecuentemente a la Declaración de la Misión del ICCJ para guiar nuestros debates, e invitamos a nuestras organizaciones miembros nacionales a hacer lo mismo. [3] 

2. Misión y legado del ICCJ

Fundado en el contexto de una  “Conferencia de emergencia sobre antisemitismo” realizada en Seelisberg, Suiza, en 1947, el ICCJ no se atribuye ninguna pericia en geopolítica internacional.  Somos un Consejo que promueve el entendimiento y la cooperación entre cristianos y judíos, basados en el respeto por las tradiciones, la identidad y la integridad del otro. Nuestro Foro Abrahámico Internacional se dedica al diálogo interreligioso trilateral entre judíos, cristianos y musulmanes. 

Reconocemos que las espinosas disputas políticas y legales no serán resueltas por grupos religiosos, especialmente los que viven en otras partes del mundo. Deben ser solucionadas por los líderes gubernamentales, diplomáticos, expertos legales y votantes del lugar, con la ayuda de la comunidad internacional. Sabemos que diversos activistas propagan sus puntos de vista a través de la desinformación y la polémica, y apelan a temores y fanatismos basados en estereotipos antisemitas, islamofóbicos y anticristianos. También somos dolorosamente conscientes de que las tradiciones religiosas pueden llegar a servir a fines destructivos. [4] 

Sin embargo, estamos convencidos de que los judíos, los cristianos y los musulmanes tienen el deseo, y sin duda la responsabilidad ante Dios, de poner sus respectivas herencias religiosas al servicio de la paz y la  reconciliación humana. Esto se manifiesta en nuestra Declaración de Misión, según la cual el ICCJ:

  • trata temas que se relacionan con los derechos humanos y la dignidad  humana, profundamente consagrados en las tradiciones del judaísmo y el cristianismo;
  • lucha contra toda forma de prejuicio, intolerancia, discriminación, racismo y el mal uso de la religión para la dominación nacional y política;
  • afirma que en un diálogo honesto, cada persona permanece leal a su propio compromiso religioso fundamental, reconociendo en la otra persona su integridad y su alteridad;
  • estimula la investigación y la educación en todos los niveles, incluyendo las universidades y los seminarios teológicos, para promover el entendimiento interreligioso entre los estudiantes, los maestros, los líderes religiosos y los académicos;
  • proporciona una plataforma para realizar variados análisis teológicos capaces de añadir una opción religiosa a la búsqueda contemporánea de respuestas para los desafíos existenciales y éticos.

Considerando esta misión a la luz del actual clima polarizado, el Comité Ejecutivo reflexiona sobre su experiencia en el diálogo interreligioso. Un diálogo auténtico, la clase de diálogo que puede llevar a la reconciliación entre personas distanciadas u hostiles, requiere que todos los participantes vean conscientemente a los otros también como hijos de Dios. De ese modo, el “otro” merece ocupar un lugar en sus corazones.

En el actual contexto contencioso del Medio Oriente, esta idea puede parecer ingenua. Hay quienes la menosprecian como si fuera una corrosiva “negociación” interreligiosa o ecuménica, o como algo poco leal hacia una u otra parte. Para nosotros, esta clase de crítica refleja una manera binaria de pensar, que insiste en que la gente debe ser o “pro-Palestina” o “pro-Israel”. Nosotros propiciamos un punto de vista  “pro-persona”, que es tanto pro-israelí como pro-palestino, precisamente porque el diálogo requiere escuchar múltiples narrativas.

Nuestras perspectivas emanan de nuestra misión para constituir un “lugar seguro”, un santuario de confianza en el que se puedan intercambiar los miedos, las vulnerabilidades y las esperanzas. Creemos que es la misión del ICCJ promover esa clase de santuarios. E invitamos a nuestras organizaciones miembros a seguir persiguiendo ese objetivo a través de la educación y el diálogo. Aunque hemos avanzado mucho en las últimas décadas en la promoción del entendimiento interreligioso, a la luz del actual deterioro del diálogo debido a la inestabilidad  política del Medio Oriente, el futuro exige que las personas religiosas se conviertan, en todas partes, en cada vez mejores agentes de diálogo.

3. Esfuerzos recientes del ICCJ relativos al conflicto palestino-israelí

Aunque el Comité Ejecutivo se ha ocupado de los acontecimientos del Medio Oriente durante algún tiempo, nuestros comentarios recientes más amplios se refirieron a la “reevaluación de las relaciones cristiano-judías” del ICCJ en ocasión del 60º aniversario de los “Diez puntos de Seelisberg”. Este proceso nos llevó a emitir, en julio de 2009, en Berlín, el documento “Tiempo de renovar el compromiso: construyendo la nueva relación entre judíos y cristianos”. [5] 

Después de revisar los diferentes puntos de vista de judíos y cristianos sobre el significado religioso de la Tierra de Israel, la declaración de 2009 concluía con palabras que reafirmamos:

Creemos que los diálogos interreligiosos no pueden eludir las cuestiones difíciles, si se quieren desarrollar relaciones significativas y duraderas. Los diálogos interreligiosos bilaterales y trilaterales pueden contribuir a la paz, eliminando las caricaturas y promoviendo un auténtico entendimiento mutuo. El diálogo interreligioso también puede alentar a los dirigentes políticos a buscar el bienestar de todos, y no solamente el del propio grupo religioso o étnico.[6]  

Un seminario internacional del ICCJ realizado en Jerusalén en noviembre de 2009, “De dos narrativas a la construcción de una cultura de la paz”, siguió analizando esas perspectivas.

En diciembre de 2009, un grupo de cristianos palestinos emitió una declaración titulada “Kairos Palestina: Un momento de verdad. Una palabra de fe, esperanza y amor desde el corazón del sufrimiento palestino”.[7]  Ese documento provocó una considerable reacción entre cristianos y judíos de muchos países.[8]  “Kairos Palestina” fue ampliamente discutida durante la Reunión Anual del ICCJ en Estambul,  Turquía, en 2010, particularmente en un panel que incluyó a uno de sus firmantes. Ese panel les inspiró nuevas ideas a muchos: un veterano del ICCJ comentó más tarde que había llegado al panel preparado para denunciar a “Kairos Palestina”, pero había salido con una mayor valoración de la apremiante situación de los cristianos palestinos.

Después de ese encuentro en Estambul, el Comité Ejecutivo publicó  “un pedido a todos lo que buscan un entendimiento interreligioso” para tener “Cuidado con el lenguaje”.[9]  Respondimos así a las reacciones de algunas organizaciones cristianas y judías que sentíamos que no habían interactuado con “Kairos Palestina” en una forma seria o respetuosa. Algunos críticos interpretaron ciertas ambigüedades bajo una luz muy negativa, e hicieron aseveraciones espurias para deslegitimar el documento, ignorando algunas de sus afirmaciones profundamente cristianas. Aunque el Comité Ejecutivo planteó algunas cuestiones desafiantes basadas en fuertes discrepancias con ciertas partes de “Kairos Palestina” (como su llamado a los cristianos de todo el mundo a boicotear, sancionar y retirar fondos del Estado de Israel), nuestro objetivo principal en ese momento fue “exhortar con firmeza a sus autores a comprometerse seriamente en la clase de diálogo respetuoso que a nuestro juicio es esencial para el mutuo respeto entre todas las comunidades religiosas, en especial, las que están afectadas por conflictos políticos”.

Siguiendo nuestro objetivo de promover el entendimiento y el diálogo interreligiosos, concluimos:

“Junto con todos aquellos que aman la Tierra llamada Santa por tres religiones interrelacionadas, esperamos con impaciencia el día en que ella sea realmente un signo de cooperación interreligiosa e incluso de amor entre las naciones de Israel y Palestina. Mientras tanto, nuestra impaciencia debe ser atemperada teniendo “cuidado con el lenguaje”, para que a través del diálogo, aumente nuestro entendimiento mutuo”.

En parte como respuesta a “Cuidado con el lenguaje”, y en parte como respuesta a solicitudes de determinadas Iglesias protestantes de Alemania, Holanda y Suecia, algunos de los colaboradores de “Kairos Palestina” tuvieron la gentileza de organizar una reunión en octubre de 2011 en Beit Jala, en el Territorio Palestino, con representantes de esas Iglesias y miembros del Comité Ejecutivo y teólogos del ICCJ. Durante varias sesiones, analizamos temas como abordajes de la Biblia, particularismo y universalismo, la judeidad de Jesús, y el significado religioso de la Tierra.

Al finalizar nuestras conversaciones, quedó claro que el objetivo principal del grupo era comprensiblemente terminar con la Ocupación y el dominio israelí de territorios  palestinos, y buscar la ayuda de los cristianos en todo el mundo para lograr ese objetivo. Algunos participantes palestinos insinuaron que las conversaciones que no llevaban a ese fin político eran una pérdida de tiempo. Los cristianos europeos estaban preocupados por el sufrimiento palestino, y también comprometidos en la lucha contra la teología de la sustitución o cualquier teología antijudía. El ICCJ consideró que el diálogo era valioso en sí mismo, y no como un medio para producir alguna acción política particular. Estas diferencias en los puntos de vista sugieren que cada uno debería pensar con mayor cuidado hasta qué punto su  contexto específico moldea sus percepciones y conclusiones.

Desde entonces, la organización Kairos Palestina y otros grupos asociados publicaron una cantidad de documentos cada vez más enérgicos. Mientras que el original “Kairos Palestina” ofrecía “una palabra de fe, esperanza y amor”, una declaración publicada en diciembre de 2011, “El llamamiento de Belén- Aquí resistimos, resistan con nosotros”,[10]  empezaba en un tono notablemente distinto, instruyendo a los lectores: “Lean y comprendan este texto con conocimiento  previo del Documento Kairos y no abandonen el don que Dios les ha concedido de indignarse ante las injusticias”.  Más recientemente, en diciembre de 2012, un texto titulado “Kairos Palestina: una estrategia para la vida con una firme opción por la liberación”[11]  llamaba a “rechazar la idea de un Estado Judío de Israel...”  Esta expresión puede interpretarse de diferentes maneras, incluso en el sentido de exhortar a la disolución del Estado de Israel tal como está definido desde 1948.

El ICCJ cree que las declaraciones parcializadas y poco claras —sean elaboradas por israelíes o palestinos; por judíos, cristianos o musulmanes; por personas de Medio Oriente o de cualquier otra parte—sólo provocan inseguridad y temor, y de este modo no aumentan las probabilidades de la paz, ni para el Medio Oriente ni para las relaciones interreligiosas en todos los lugares del mundo. 

Debemos expresar también nuestra convicción de que el persistente fracaso en resolver los problemas entre los israelíes y los palestinos, y entre Israel y los Estados vecinos, es cada vez más peligroso e insostenible. No nos interesa atribuir culpas entre las diversas partes que han contribuido durante décadas a llevar las cosas al actual punto muerto. Hay muchas culpas: nadie tiene las manos limpias. Nosotros simplemente anhelamos el final de la situación actual.

4. Una urgencia cada vez mayor

Durante las discusiones del Comité Ejecutivo del ICCJ en Londres, hubo un consenso general en que el statu quo es intolerable. Señalamos varias razones:

  • la condición de apátridas de los palestinos, tanto cristianos como musulmanes, es injusta.
  • cuanto más se prolonga el statu quo, más destructivo se vuelve su impacto:
    • la probabilidad de una violencia generalizada y de guerra aumenta cuando generaciones enteras pierden la esperanza por el desempleo, la falta de oportunidades y los sentimientos de impotencia;
    • la viabilidad del modelo de los “dos Estados” se vuelve cada vez menos creíble;
    • se intensifica en todo el mundo la retórica islamofóbica, anticristiana y antisemita, y esta última recicla a menudo viejos argumentos cristianos europeos;
    • la autodefinición de Israel como un Estado judío es cada vez más cuestionada;
    • pueden persistir o multiplicarse hechos que dificultan cada vez más las negociaciones;
    • al aumentar la frustración y la impaciencia, la gente tiende a buscar “soluciones” simplistas o parcializadas, a renunciar al diálogo, a identificar a pueblos enteros con las cambiantes políticas de sus líderes y a abandonar la esperanza.

El ICCJ está convencido de que la desesperación  no es una alternativa. Para decirlo con las palabras del monseñor Munib A. Younan, obispo luterano de Jerusalén, “Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza”. Esto se aplica, por supuesto, a las tradiciones judía, cristiana e islámica.[12]   Felicitamos a todos los que trabajan por la reconciliación entre los pueblos, para preparar el día en que los políticos y los diplomáticos logren salir finalmente del actual atolladero, y los israelíes y los palestinos—judíos, cristianos y musulmanes—puedan empezar por fin a vivir una vida normal.

5. Poner las discusiones del Medio Oriente en contexto

Al reflexionar sobre estas cosas en Londres, el Comité Ejecutivo llegó a la conclusión de que sería beneficioso para las organizaciones miembros del ICCJ recordar algunas lecciones que todos hemos aprendido en las pasadas décadas de diálogo interreligioso. Citamos un fragmento de “Tiempo de renovar el compromiso”:

Estamos aprendiendo a valorar mejor las diferentes memorias y agendas que traen los cristianos y los judíos a los intercambios. Estamos convencidos de que un auténtico diálogo nunca busca convencer al otro de nuestra propia verdad, sino que sirve más bien para cambiar nuestro propio corazón comprendiendo a los demás en sus propios términos, en la medida de lo posible. De hecho, el diálogo interreligioso, en su sentido más pleno, es imposible si alguna de las partes alberga el deseo de convertir al otro.[13]

Quizá los acuciantes problemas del conflicto palestino-israelí y otros conflictos del Medio Oriente nos hacen olvidar algunas de esas lecciones. ¿Cuáles son nuestras “agendas” cuando nos reunimos para hablar sobre estos temas? ¿Es nuestro objetivo “convertir” a otros a nuestras opiniones o tratar de entender los fundamentos de sus opiniones? ¿Nos impulsan nuestros (quizás inconscientes) temores o preconceptos a cerrarnos a una reflexión autocrítica  de nuestras propias posiciones? Estas son las clases de preguntas que nosotros, como personas comprometidas en el diálogo interreligioso, podríamos hacernos a nosotros mismos.

También hemos aprendido del diálogo que a menudo la gente usa las mismas palabras para referirse a cosas muy distintas. En Londres, analizamos algunos términos específicos que aparecen invariablemente cuando se habla sobre el Medio Oriente: Israel, Tierra Santa, sionismo y profecía. Los siguientes comentarios pueden ser útiles para las organizaciones miembros del ICCJ en sus propios diálogos, aunque sin duda hay muchas otras palabras relevantes cuyos múltiples significados podrían ser igualmente explorados, como por ejemplo, justicia, paz, reconciliación y acuerdo.

    Israel

La palabra “Israel” tiene muchos significados diferentes. Si uno no está alerta a su uso por parte de un orador o un escritor, que puede variar rápidamente según el contexto, pueden producirse malentendidos. Por ejemplo, las acciones del gobierno de “Israel” como un Estado judío no son lo mismo que la vida de “Israel” en el sentido del pueblo judío de todo el mundo. Del mismo modo, no hay que suponer que las políticas del gobierno israelí reflejan la herencia religiosa del “judaísmo”.

Si se comienza la lectura de la Biblia por el principio, en Génesis 1,1, la palabra  “Israel” aparece por primera vez en Génesis 32. Jacob lucha contra un ser misterioso, que le dice: “En adelante no te llamarás Jacob sino Israel, porque has luchado con Dios y lo has vencido”. El sentido de “luchar con Dios” tiene un gran significado religioso en el judaísmo.

Un significado primario de Israel es la autodenominación del pueblo hebreo y luego judío.  Ellos son b'nei Israel, los hijos de Israel, o 'am Israel, el pueblo de Israel. Al decir el profeta Oseas, hablando con la voz de Dios, las sentidas palabras “Cuando Israel era niño, yo lo amé/ Y lo llamé de Egipto mi hijo (Oseas 11,1, JPS), usa “Israel” en su sentido colectivo como el pueblo creado por Dios durante el Éxodo. “Israel” es usado litúrgicamente por los judíos en la actualidad en todo el mundo para referirse a su propio pueblo.

Pero el sentido de “Israel” como un pueblo se complica con los comienzos del cristianismo en el período tardío del Segundo Templo del judaísmo. Este origen judío llevó a la inclusión de textos antiguos en el canon bíblico de la Iglesia que los cristianos empezaron a llamar “Antiguo Testamento”. Como resultado de ello, los cristianos entendieron y aún hoy entienden muchos pasajes del Antiguo Testamento que se dirigen a “Israel” como si se dirigieran directamente a los miembros de la Iglesia. Esto es así incluso en el caso de los cristianos que no adhieren a la idea de la teología de la sustitución según la cual la Iglesia ha reemplazado al pueblo judío en su Alianza con Dios. Las palabras de la Biblia Hebrea, excepto en los mandamientos de la Torah que la mayoría de los cristianos consideran particulares para el pueblo judío ('am Israel), se refieren en cierto modo también a los cristianos.

En este sentido, una de las consecuencias pastorales más graves del interminable conflicto palestino-israelí es que a los cristianos palestinos les resulta difícil encontrar un sustento espiritual en el Antiguo Testamento.[14]  Es comprensible entonces que puedan reaccionar en forma negativa a la enorme cantidad de referencias bíblicas a “Israel”, porque las asocian con su propia experiencia del Estado israelí moderno.  Esas escrituras—que por haber surgido de situaciones de opresión (p.ej., Éxodo), desesperación (p. ej., Lamentaciones) y sufrimiento (p. ej., Job), llevaron esperanza a innumerables personas afligidas a través de los siglos—les resultan trágicamente inútiles a muchos cristianos palestinos. Admiramos y alentamos a aquellos pastores cristianos que luchan valientemente contra circunstancias que promueven una especie de moderno neo-marcionismo, una muy temprana distorsión del cristianismo que descarta las Escrituras hebreas.

“Israel” puede referirse también, por supuesto, a la Tierra de Israel, Eretz Israel, esa región con fronteras variables en la Biblia, que se encuentra al este del Mar Mediterráneo. Los judíos consideran que tienen una conexión espiritual con esa Tierra, y la han invocado en sus plegarias y canciones durante los siglos en los que vivieron en otros lugares del mundo.  Tradicionalmente, esto se basa en el entendimiento de que sólo allí era posible el cumplimiento de los mandamientos bíblicos.  El retorno a la tierra ha sido un elemento central de las esperanzas mesiánicas judías.

Hay que diferenciar entre la Tierra de Israel como designación teológica de determinada parte del mundo y el Estado de Israel contemporáneo, no mesiánico, Medinat Israel, creado como un Estado-nación moderno en 1948 con una particular forma de gobierno (una democracia parlamentaria definida como Estado judío con libertad de religión) y con fronteras y jurisdicciones cambiantes a lo largo de sus turbulentos 65 años.

Por último, debe hacerse una distinción entre el Estado de Israel y las políticas de los diferentes partidos políticos que lo gobiernan. Así como un periodista diría “La Haya declaró hoy...” o  “Lo que dice  Downing Street 10 hoy es que...”, un escritor podría decir, “Israel cree que...” En realidad, se habla de una política o una acción específicas, y no de toda la nación ni del conjunto de la población votante.

    Tierra Santa

Aunque es originalmente una expresión cristiana, este término es empleado en la actualidad en diversos grados por judíos, cristianos y musulmanes. Pero quedó claro en nuestras conversaciones que cada tradición le da connotaciones muy diferentes.

La interpretación judía de la santidad de Eretz Israel se relaciona con la forma en que los judíos entienden su vida de Alianza con Dios.  En el Génesis, las dos alianzas efectuadas con Abram / Abraham y sus descendientes implican la herencia de la tierra (15,18 y 17,7-8.) La mayoría de los libros del Tanaj  presentan la relación entre el pueblo y la tierra (expresada como Israel, Jerusalén o Sion) como un tema central y no sólo como un telón de fondo de la acción.

Existen mandamientos específicos que son imperativos sólo en la Tierra de Israel. El calendario judío se basa en los ciclos de lluvias y sequía de la tierra, y hasta el día de hoy, las plegarias y las festividades de los judíos del mundo giran en torno a esos ciclos. En el Salmo 137, la adoración del Señor está tan íntimamente ligada con Sion — el culto sacrificial en el Templo, los mandamientos referentes a la agricultura, la vida de la Alianza—que los judíos exiliados en Babilonia se preguntaban si realmente podían “cantar un canto al Señor en una tierra extraña”.  

La Tierra de Israel ha sido central en la narrativa judía durante varios miles de años. Impregna la Mishná y el Talmud, el Midrash, la ley, la liturgia y la filosofía judías. Los judíos rezan, no sólo mirando hacia Jerusalén, sino centrándose en ella y orando por ella. Las ideas judías tradicionales sobre la redención incluyen la Reunión de los Exiliados y el Retorno a la Tierra.

Los cristianos no tienen esa clase de vínculo de alianza con la Tierra de Israel. Por cierto, hay una larga historia de argumentos cristianos contra ese vínculo de alianza por parte de los judíos. Los cristianos sostenían que los judíos ya no tenían ninguna conexión religiosa con la Tierra como consecuencia de su presunta culpa colectiva por la crucifixión de Jesús. Los que polemizaban, tanto en el Este como en el Oeste, contra los judíos y el judaísmo, argüían que Dios había lanzado contra todos los judíos una maldición, evidenciada por la destrucción del Templo de Jerusalén y la supuesta condición de los judíos como un pueblo errante sin hogar.

Para los cristianos, la región tiene un aspecto histórico e incluso sacramental como el lugar en el que Jesús nació, ejerció su ministerio y murió, y por consiguiente, existe también una historia de peregrinaciones para orar en esos sitios. Los cristianos palestinos se consideran a sí mismos en forma distintiva como testigos vivientes, y sus comunidades eclesiales han celebrado en forma continua los acontecimientos de la vida de Jesús en los lugares en los que ocurrieron físicamente. Sin embargo, el cristianismo subraya en general el hecho de que se puede encontrar a Dios en todas partes, que lo santo puede hallarse en cualquier país o lugar. Este énfasis universalista les dificulta a muchos cristianos captar el significado espiritual que tiene la Tierra de Israel para los judíos.

Para el Islam, Jerusalén es la tercera ciudad más sagrada después de la Meca y Medina.  De hecho, al principio los musulmanes miraban hacia Jerusalén al orar, pero luego se cambió por la Meca. El Corán y el Hadiz cuentan que el profeta Mahoma fue llevado milagrosamente a la “Mezquita Distante” (al-Masjid al-Aqsa) en Jerusalén, el sitio del actual Domo de la Roca. Su “Viaje Nocturno” (al-mi'raj) continuó a través de estadios celestiales cada vez más elevados y finalmente llegó a la Divina Presencia. Ese viaje sobrenatural es considerado por los musulmanes el modelo de toda búsqueda espiritual. 

Al concluir este análisis de las diferentes connotaciones de “Tierra Santa”, observamos que esas diversas adhesiones religiosas no ofrecen respuestas para los complejos problemas geopolíticos y de derechos humanos  de la actualidad, que por su propia naturaleza exigen lograr acuerdos.

    Sionismo 

Para analizar las muy diversas connotaciones de esta palabra, es necesaria una referencia histórica, aunque no sea del todo adecuada.

“Sion”, el nombre de un monte de Jerusalén, funciona a veces bíblicamente como una figura lingüística para nombrar a la Tierra de Israel en su conjunto. El término “sionismo” surgió con un programa secular para establecer un Estado-nación judío en la antigua patria del judaísmo. Formó parte de una ola de movimientos nacionalistas del siglo XIX, cuando muchos pueblos diferentes en diferentes continentes intentaban liberarse de la dominación colonialista o imperial y lograr la autonomía. Como consideraban que el antisemitismo había impregnado totalmente a Europa, los primeros sionistas pretendían ejercer el derecho de autodeterminación para establecer un Estado judío en la tierra bíblica de Israel, donde los judíos podrían estar a salvo. Cuando tras la primera guerra mundial, se produjeron grandes desplazamientos de poblaciones y surgieron Estados-naciones completamente nuevos de los remanentes del Imperio Otomano, ello parecía cada vez más posible. Como consecuencia del caos y la catástrofe de la segunda guerra mundial y el Holocausto, las recientemente creadas Naciones Unidas votaron el establecimiento de dos Estados en la región de Palestina, una para judíos y otra para árabes, pero en medio de las conmociones de la época, esa división llevó a la guerra. Alrededor del 75% de un millón de palestinos fueron arrancados de sus hogares, y una cantidad equivalente de judíos abandonaron sus casas en los países predominantemente musulmanes de la región. En la rivalidad establecida entre las superpotencias durante la “guerra fría”, podría decirse que las guerras libradas en el Medio Oriente fueron guerras subsidiarias. Nunca se logró la paz ni la estabilidad, y los palestinos carecen de Estado hasta el día de hoy.

Al principio, muchos judíos religiosos se opusieron al proyecto sionista. Como creían que el retorno a Eretz Israel sólo se produciría en la era mesiánica al final de los tiempos, sostenían que un nacionalismo meramente humano evidenciaba una arrogante impaciencia con Dios. Después de la guerra de 1967, más israelíes y judíos de la diáspora empezaron a considerar la fundación del Estado de Israel como el “comienzo del florecimiento de nuestra redención”, como se había declarado en 1948.[15]  Se vinculó en forma más explícita el antiguo anhelo por Eretz Israel con el moderno Estado-nación.

Aunque se desarrolló antes, en los años 1970 se intensificó una forma de sionismo llamado “sionismo cristiano”, difundido por cristianos de tradiciones evangélicas. Si bien se presenta en diversas formas, incluyendo variantes no escatológicas, en general, el sionismo cristiano considera la fundación del moderno Estado de Israel como una acción de Dios, preanunciada por las Escrituras, y quizá como la fase inicial del clímax de la historia humana. Ellos comparten algunas ideas con ciertos judíos que al leer sus Escrituras consideran que el Estado de Israel ha sido creado por intervención divina.

En las décadas del conflicto, se propagó una connotación muy diferente del término “sionismo”, que relaciona al sionismo con el imperialismo occidental, el colonialismo y la limpieza étnica. Aunque muchos Estados de la región ofrecen ventajas legislativas al Islam, algunas reuniones internacionales han equiparado a veces al sionismo con el racismo por el hecho de que Israel se autodefine como un “Estado judío”. Algunos incluso evitan usar la palabra “Israel” y se refieren en cambio a “la entidad sionista”. 

Con todas estas asociaciones contradictorias, no llama la atención que el uso de la palabra “sionismo” como eslogan, en forma positiva o negativa, provoque un efecto inmediatamente polarizador en las discusiones sobre el Medio Oriente. La palabra se volvió tan confusa que, por ejemplo, algunos dan por sentado, en forma incorrecta, que el sionismo es incompatible con la fundación de un Estado palestino. Aconsejamos a las organizaciones miembros que estén particularmente alertas a la manera en que se usa la palabra “sionismo”, quizá pidiéndoles a los que la pronuncian que definan qué significa ese término para ellos, para que todos tomen conciencia de la amplia disparidad de significados que pueden ser claves.

Una discusión sobre sionismo podría incluir algunos datos demográficos. Entre los aproximadamente 7000 millones de personas que existen en el mundo, hay alrededor de 2000 millones de  cristianos, 1500 millones de musulmanes y de15 a 16 millones de judíos. Muchas naciones tienen grandes poblaciones mayoritarias de cristianos o musulmanes: en alrededor de 20 naciones, más del  95% de sus ciudadanos son musulmanes. ¿No es razonable que los judíos quieran ser una mayoría en su propio Estado, en la tierra que ha perdurado en el corazón de sus aspiraciones durante milenios, siempre que se garanticen legalmente iguales derechos de ciudadanía a los no judíos?

    Profecía

Las palabras “profecía” y “profético” aparecen a menudo en los debates sobre el conflicto palestino-israelí, muchas veces con objetivos opuestos. Algunos hablan de profecía en un sentido predictivo. Pueden referirse a predicciones bíblicas como profecías sobre el hecho de que el pueblo judío o hebreo ha recibido la promesa divina de la posesión de la Tierra de Israel. Algunos cristianos usan la palabra con un sentido escatológico. Hablan de una ansiada “reunión” del pueblo judío disperso en su antigua patria como el primer acto del drama del final de los tiempos que se completaría con el retorno de Cristo en el Juicio.

Otros apuntan a una responsabilidad ética para criticar proféticamente las políticas o las acciones del gobierno israelí hacia los palestinos. A veces, este punto de vista se dirige a los judíos en términos de tikkun olam, o reparación del mundo, pero con mayor frecuencia se expresa como la necesidad de que los auténticos cristianos “le digan la verdad al poder [israelí]” si realmente responden a las exigencias proféticas de su fe. 

Para nosotros, son problemáticas las dos formas de usar el lenguaje de la profecía en el contexto de los debates geopolíticos modernos, por diversas razones. Según su raíz griega, la palabra “profecía” significa “hablar en nombre de” Dios. Bíblicamente, en principio los profetas hebreos no predecían acontecimientos del futuro lejano, sino que, en su papel de conciencias de la Alianza, insistían en que sus propios contemporáneos fueran más fieles en su observancia de los mandamientos de Dios. Dicho de otro modo, solían criticar el  comportamiento de sus contemporáneos desde el interior de la comunidad del pueblo de Israel.

En los primeros siglos de la historia cristiana, las autoridades de la Iglesia trataron de deslegitimar al judaísmo, que era mucho más apreciado en la sociedad romana que su nuevo movimiento religioso. Entre otros argumentos, tomaban las admoniciones autocríticas de los profetas hebreos y las volvían contra sus contemporáneos judíos como ataques desde el exterior, para socavar la posición cívica superior del judaísmo.

Cuando algunos invocan en la actualidad a los profetas hebreos para justificar sus críticas o para dar validez a sus especulaciones escatológicas, están usando las Escrituras de una manera interesada, que es contraria a la verdadera esencia de la profecía bíblica. Por el contrario, los profetas deberían inspirar a todos los que consideran sus palabras como  escriturariamente autoritativas para ser humildes y autocríticos frente a Dios. En el contexto del Medio Oriente, una manera de poner en práctica esa clase de autocrítica profética sería preguntarnos: ¿qué estamos haciendo nosotros para promover la reconciliación y la paz, para reunir en el diálogo y el entendimiento a las personas que están divididas  en el mundo contemporáneo?

También nos oponemos al recurso fácil a los profetas bíblicos por otro motivo. Independientemente del uso que se haga de los textos proféticos, apelar a ellos incluso en forma implícita, equivale a decir “Dios está de mi lado” en las discusiones políticas. Estas invocaciones a Dios santifican y absolutizan posiciones políticas conflictivas, que sólo pueden resolverse por medio de acuerdos y la aceptación de todas las partes involucradas de determinadas posiciones aunque no les parezcan las ideales.

6. Perspectivas generales

Además de las reflexiones terminológicas que hemos detallado, el Comité Ejecutivo buscó un consenso sobre algunos principios generales que podrían servir para guiar sus propias actividades y también podrían ofrecer sugerencias útiles para las organizaciones miembros del ICCJ.

A.    Creemos que las personas que están comprometidas en amistades interreligiosas profundas entre judíos, cristianos y musulmanes no pueden evitar ni ignorar algunos temas de gran importancia, aun los coyunturales. De lo contrario, se corre el riesgo de que las relaciones entre ellos sólo sean superficiales.


B.    Las conversaciones sobre los complicados conflictos del Medio Oriente deben ser cuidadosamente definidos y estructurados. ¿El grupo es interreligioso o pertenece a una sola denominación cristiana o a un movimiento judío particular? ¿Es el propósito de los participantes entender mejor el punto de vista de los demás? ¿O se trata de la actividad muy diferente de confluir en alguna declaración o alguna acción en común? Los diálogos en Israel y en el Territorio Palestino, donde el conflicto tiene efectos  reales, inmediatos y tangibles, será cualitativamente muy diferente de las conversaciones en otros lugares.


C.    Exhortamos a desarrollar conversaciones continuadas y abiertas, por considerarlas esenciales para lograr la paz, pero también reconocemos que los diálogos que no toman en cuenta en forma consciente las relaciones desiguales de poder, pueden contribuir de hecho a mantener situaciones inequitativas. Deben ser comprendidos los diferentes sentimientos y posiciones de los participantes sobre la dominación y la falta de poder. Por ejemplo, los palestinos que deben pasar a través de puestos de control para dirigirse al lugar en el que se desarrollan las conversaciones se encuentran en una situación social diferente a la de los occidentales que regresarán a sus hogares, alejados de una situación de ocupación. 


D.    Creemos que las propuestas particulares para la acción deberían ser evaluadas para ver si intensificarán la sensación de temor o inseguridad, si polarizarán, o si representan sólo a una de las muchas narrativas de los conflictos.


E.    La inaceptable situación actual de los israelíes y los palestinos es el resultado de una compleja interacción desarrollada durante décadas entre actores regionales (tanto gubernamentales como no gubernamentales) y una serie de superpotencias distantes. Reconocemos que muchas partes manipulan los conflictos para responder a sus propios objetivos y difunden desinformaciones interesadas, y somos muy escépticos en cuanto a las propuestas simplistas que se presentan como “la solución”. Sólo un proceso amplio que establezca una vida normal para todas las partes puede ser efectivo y duradero. Ese proceso debe desarrollarse en el ámbito político y diplomático, en el cual es axiomático que cuando chocan derechos legítimos, es necesario llegar a un acuerdo.


F.    Creemos que las personas que discuten sobre el Medio Oriente deben reconocer la compleja historia que ha llevado a la actual situación, estar abiertos a oír múltiples narrativas y ser conscientes de los efectos de la desproporcionalidad de poder y de los distintos sentimientos de pertenecer a la minoría o a la mayoría, según el contexto. Todos deben tomar conciencia de por lo menos algunos de sus prejuicios inconscientes.


G.    Con frecuencia, en el diálogo, el factor crucial no es lo que uno dice sino la manera en que lo oyen. Por ejemplo, alguien puede hace un llamado al inmediato “fin de la Ocupación”, queriendo decir que Israel debería renunciar a gobernar Cisjordania y la Franja de Gaza, pero al oírlo, otro puede creer que se refiere a la situación anterior a 1948 e interpretar el “fin de la Ocupación” como un llamado a eliminar la soberanía judía sobre todo el resto de la Tierra. Tener paciencia para sacar a la luz esas fallas de comunicación es una urgente prioridad. 

7. El papel de los grupos religiosos e interreligiosos

Al reflexionar sobre estos temas en Londres, el Comité Ejecutivo tomó una clara conciencia de sus propias limitaciones. Los grupos religiosos e interreligiosos como los nuestros no resolverán un conflicto que es de naturaleza geopolítica. Por frustrante que esto sea, las soluciones se encuentran en el ámbito de los gobiernos, los diplomáticos y los líderes políticos. Sin embargo, las personas de fe, por creer en un Dios vivo,  pueden aportar a todas las discusiones la energía de una esperanza sustancial, un entusiasmo que va más allá  de lo que parece probable en cada momento de un conflicto.

Debemos instar a nuestros respectivos gobiernos a tomar medidas tendientes a promover la paz y criticar las acciones que agravan el conflicto. Creemos, sin embargo, que esas acciones políticas no deberían basarse en apelaciones religiosas interesadas, ni en perspectivas parcializadas que no tomen en cuenta los numerosos derechos legítimos y contradictorios de los distintos actores del conflicto. Estos comentarios tienen, por supuesto, diferentes significados cualitativos para los judíos, cristianos y musulmanes que viven en Israel y en lo que será el Estado de Palestina. Creemos que todas las personas religiosas, vivan donde vivan, deben promover por sobre todas las cosas el entendimiento y la reconciliación.

Para nosotros, el entendimiento y la reconciliación se logran a través del diálogo. El diálogo, por definición, requiere una apertura para cambiar nuestros propios corazones gracias a lo que hemos aprendido de los corazones de nuestros interlocutores. Por eso, rechazamos los actuales llamados a resistir la “normalización” cuando esto significa terminar con toda interacción que pueda llevar  a un Estado israelí y un Estado palestino independientes. [16] 

También sabemos por experiencia que todo diálogo sustancial exige una voluntad de autocrítica, de examinar nuestras propias conciencias, de realizar un heshbon hanefesh, una exploración del alma. Antes de considerar las contribuciones teológicas positivas que pueden hacer los grupos interreligiosos, deberíamos analizar el potencial que existe dentro de nuestras respectivas tradiciones religiosas para promover el fanatismo o la intolerancia.

Como Consejo Internacional de Cristianos y Judíos, exhortamos a todos los cristianos a permanecer siempre vigilantes con respecto al legado recibido de antijudaísmo teológico. Las actitudes y las enseñanzas que han prevalecido durante alrededor de dieciocho siglos no pueden ser totalmente eliminados en unas pocas décadas. Cuando oímos a ciertos cristianos decir en la actualidad que la afirmación de los judíos de ser un “pueblo elegido” muestra   que el judaísmo es excesivamente  particularista en comparación con el cristianismo universal, o cuando otros cristianos identifican a los principales oponentes de Jesús en su vida terrenal como “los judíos”, del mismo modo que “los judíos” son hoy enemigos de los cristianos palestinos, debemos preguntarnos si siglos de estereotipos antijudíos y de teología de la sustitución están encontrando una nueva expresión en el discurso político, más que religioso. Parece haber, por lo menos, una fijación cristiana con el Estado judío y sus políticas, algunas de las cuales son, por cierto, legítimamente cuestionables.

A veces pareciera que a Israel se le aplican estándares diferentes a los de las demás naciones. Mientras escribimos esto, se calcula que en el conflicto que tiene lugar en Siria han matado a 70.000 personas. En África, miles de cristianos fueron asesinados por la violencia interreligiosa. Sin embargo, en lugares muy lejanos, como Corea, los cristianos parecen más proclives a “arrepentirse de los pecados de las Iglesias coreanas que han fingido no ver la guerra  de la opresión anti-vida y la violación de los derechos humanos en Palestina”.[17]  Esta clase de declaraciones nos hacen preguntarnos si el pueblo judío—y ahora también el Estado de Israel—sigue desempeñando un importante, y hasta indispensable papel negativo en la teología cristiana como el perpetuo “otro”.

La misma pregunta se les podría hacer a los sionistas cristianos que consideran el retorno de los judíos de la diáspora a la Tierra de Israel como el inicio de un drama escatológico al final del cual todos los judíos se harán cristianos o perecerán. ¿Respetan esta clase de ideas la vida de Alianza de los judíos en su propia integridad espiritual? ¿No reducen simplemente a los judíos a marionetas que representan el papel que se les asigna en un libreto cristiano triunfante?

No queremos que se nos malinterprete. No estamos haciendo acusaciones de antisemitismo. Afirmamos el derecho de las personas a cuestionar las acciones y las políticas de cualquier gobierno con el que disientan y reconocemos la injusticia del sufrimiento de los palestinos. Simplemente instamos a los cristianos de todo el mundo a preguntarse si enfrentaron adecuadamente y reformaron las persistentes teologías antijudías que han impregnado durante siglos al cristianismo, y sobre todo, aunque de ninguna manera en forma exclusiva, al cristianismo de Occidente.

Es excesivamente común que este deplorable legado sea usado hoy por polemistas musulmanes que recurren a antiguas retóricas antisemitas para obtener ventajas políticas en la actualidad. Instamos a que el tradicional respeto del Islam por el judaísmo prevalezca sobre esa clase de prácticas prejuiciosas e incendiarias.

También instamos tanto a los judíos como a los cristianos a examinar sus conciencias en lo referente a sus actitudes hacia el Islam. Con demasiada frecuencia, las oficinas del ICCJ en Heppenheim, Alemania, y también muchas organizaciones miembros, reciben materiales que intentan calificar a todos los musulmanes, en forma colectiva, como extremistas o terroristas. Es de esperar que los cristianos,  que durante demasiado tiempo acusaron a los judíos de sufrir una maldición divina colectiva, y los judíos, que han sido víctimas de esa permanente intolerancia, sean sensibles a manifestaciones similares de discriminación grupal dirigidas contra los musulmanes. La polémica que se nutre de la ignorancia y el miedo no es digna de personas religiosas.

También provocan evidentes discordias las actitudes de algunos judíos que tratan de definir algunas áreas e incluso a la totalidad del Estado judío como libre de no judíos, e inversamente, el llamado de algunos palestinos a tener un Estado libre de judíos. El aumento de los ataques vandálicos contra propiedades palestinas y otras acciones físicas de falta de respeto por adherentes a otras religiones son profundamente perturbadores. Esta clase de hechos no hacen más que perpetuar la animosidad intergrupal.  

Creemos que el papel primordial que deberían desempeñar las religiones “abrahámicas” en lo que respecta al Medio Oriente es la promoción de la reconciliación y la paz entre sus tres  tradiciones. Debido a las memorias históricas y las heridas de todas las personas que viven allí, no es una tarea fácil. Exhortamos a los pensadores religiosos a realzar los elementos de las tres tradiciones que promueven la estima y el respeto mutuos, y desarrollar lo que podría llamarse una “teología de la pertenencia”. Esta teología, que abarca las identidades de los judíos, los cristianos y los musulmanes, reconocería que las tres comunidades “pertenecen” a la Tierra que, de maneras diversas, es santa para ellas. Sería esta una posición de apertura y receptividad hacia las otras dos tradiciones, precisamente porque reconocemos y celebramos nuestra interrelación. A pesar de que algunos líderes políticos y religiosos, y los extremistas, tratan de usar el conflicto y la agitación para su propia ventaja partidaria, quienes desarrollen una teología de la pertenencia estarían construyendo discretamente las amistades interreligiosas que florecerán para beneficio de todos cuando finalmente triunfe la voluntad de hacer la paz.

8.  Invitación al diálogo

Concluimos repitiendo nuestro urgente llamado a todas las personas comprometidas con la amistad interreligiosa, a todos los que se interesan por la “Tierra Santa”, a no perder la esperanza. La difícil senda del diálogo es el único camino seguro hacia la reconciliación. Llamamos a los judíos, los cristianos y los musulmanes de todas partes a hablar unos con otros y estar abiertos unos a otros, dejando a un lado las tentaciones de la polémica, el fanatismo y el estereotipo para ponerse al servicio de la paz, que según todos concordamos, es la voluntad de Dios.

Como una organización internacional que promueve el diálogo judeo-cristiano, y, a través de nuestro Foro Abrahámico, el diálogo judeo-cristiano-musulmán:

  • Invitamos en particular a nuestras organizaciones miembros de todos los países del mundo a continuar la tarea del diálogo. Sabemos que sus esfuerzos interreligiosos locales se ven perturbados a menudo por el conflicto palestino-israelí. Las personas comprometidas en el actual diálogo pueden sentirse desalentadas ante la constante presión para “tomar partido” sobre temas distantes, que están más allá de su conocimiento y su control. Por otro lado, también suele haber una tendencia a ignorar o eludir la controversia. El ICCJ considera, sin embargo, que el camino entre la indiferencia y la resignación es nuestra tarea común: proseguir el diálogo con la mente abierta, dispuestos a cambiar nuestras opiniones cuando sea necesario.
  • Invitamos y alentamos especialmente, con solidaridad y amor, a los cristianos y musulmanes palestinos y a los judíos, cristianos y musulmanes israelíes a continuar con más vigor aún el camino del diálogo y la amistad, como sin duda ya se está haciendo en muchos lugares de la región. Cuando llegue el día de la paz, debería haber gente preparada para vivir esa paz, que ya sepa cómo caminar juntos por el sendero de la paz. El ICCJ está listo para ayudar en esa sagrada tarea, y los miembros del Comité Ejecutivo del ICCJ que viven en la región ya están y estarán activamente comprometidos en proyectos de reconciliación.
  • Analizaremos maneras de cooperar en forma aún más intensa con los organismos cristianos ecuménicos internacionales y las instituciones judías pertinentes. Sobre todo en las comunidades cristianas de todo el mundo, las tensiones del Medio Oriente causan dificultades en las relaciones ecuménicas e interreligiosas. El ICCJ está dispuesto a ayudar a disminuir esas tensiones y tomará medidas concretas en ese sentido cuando sea posible.
  • Invitamos a las organizaciones miembros del ICCJ a apoyar activamente a nuestros miembros en Israel y a sus interlocutores palestinos. El ICCJ y sus miembros israelíes estarán encantados de cooperar para ayudar a la mayor cantidad posible de personas a viajar a la región para experimentar la complejidad de la situación considerada desde los puntos vista de todas las partes del conflicto. Los sabios talmúdicos preguntaban por qué en el texto del Deuteronomio, “Justicia, justicia has de buscar” (Dt 16,20) la palabra “justicia” aparece dos veces.[18]  Una respuesta que se podría proponer en el contexto actual es: porque debemos hacer justicia a las dos (o a todas las) partes en cada situación de conflicto.

Oramos en este tiempo, cuando los judíos celebran la entrega de la Torah en el monte Sinaí y los cristianos conmemoran el don del Espíritu Santo a la Iglesia, para que Dios quiera, insha’Allah, que la paz celestial abrace pronto a todos los pueblos de Medio Oriente. A pesar de las dificultades, creemos que los judíos, los cristianos y los musulmanes deben luchar permanentemente por la reconciliación, confiando para hacerlo en la ayuda de Dios, porque: “Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza”.

Shavuot / Pentecostés - 2013/ 5773


 

'Si creemos en un Dios vivo, debemos tener esperanza'

Reflexiones acerca del papel de los grupos religiosos e interreligiosos en promover la reconciliación sobre y en el convulsionado Medio Oriente.

RESUMEN EJECUTIVO 

[1] Monseñor Munib A. Younan, obispo luterano de Jerusalén. Cita utilizada con su gentil autorización.

[2] Consejo Internacional de Cristianos y Judíos, “Tiempo de renovar el compromiso: construyendo la nueva relación entre judíos y cristianos” (2009), Los Doce Puntos de Berlín, 4.

[3]http://www.iccj.org/About-us.2.0.html

[4] Véanse las palabras finales de la “Declaración sobre la crisis de Medio Oriente” del ICCJ, 2 de abril de 2002: “Debe ponerse fin al pernicioso abuso de la religión para legitimar el odio y la violencia. Las religiones no deben permitir que los extremistas destruyan sus múltiples posibilidades de una futura coexistencia civil y pacífica. Les corresponde a las religiones encabezar la marcha hacia la paz y la justicia”.

[5] Véase http://www.iccj.org/?id=3595. En particular: “Los doce puntos de Berlín”, 4,7,8; “Historia de la transformación de una relación”, B,5: “El diálogo cristiano-judío y el Estado de Israel”.

[6] “Historia de la transformación de una relación”, B,5.

[7]/fileadmin/files/pdf/JCR/Kairos%20Palestine_En.pdf.

[8] Algunos ejemplos de esas reacciones: http://www.ccjr.us/dialogika-resources/themes-in-todays-dialogue/isrpal.

[9]http://www.jcrelations.net/El_Consejo_Internacional_de_Cristianos_y_Jud__os_pide_____Cuidado_con_el_lenguaj.4165.0.html?id=720&L=5&searchText=cuidado+con&searchFilter=*

[10]http://www.kairospalestine.ps/sites/default/Documents/The%20Bethlehem%20Call%20Spanish.pdf

[11]https://www.facebook.com/notes/kairos-palestine/kairos-palestine-a-strategy-for-life-in-a-steadfast-way-towards-liberation/468879139824700.

[12] El obispo Younan expresó un sentimiento similar en Witnessing for Peace: In Jerusalem and in the World (Augsburg Fortress, 2003), 125: '[La reconciliación] es viable si creemos en un Dios vivo y reconciliador que puede hacer posible lo que parece imposible'.

[13] “Historia de la transformación de una relación”, B,4.

[14] Véanse comentarios sobre esto en Patriarca Michel Sabbah, “Reading the Bible in the Land of the Bible” (1993): http://www.lpj.org/newsite2006/patriarch/pastoral-letters/1993/readingthebible_en.html.

[15] Plegaria por el bienestar del Estado de Israel', instituida en 1948 por los rabinos Ben-Zion Meir Hai Uziel y Yitzhak HaLevi Herzog, respectivamente grandes rabinos sefardí y ashkenazi de Israel.

[16] Véase, por ejemplo: http://www.beyondcompromise.com/tag/anti-normalization

[17] National Council of Churches in Korea, Korean Christians for Peace in Palestine-Israel, 'Palestinians are not our enemies: they are our brothers!' (29 de noviembre de 2012). http://www.kairospalestine.ps/sites/default/Documents/Statement%20by%20Korean%20Christians%20for%20Peace%20in%20Palestine-Israel.pdf.

[18] Talmud de Babilonia, Sanhedrin 32b.

 

Editorial remarks

Traducción del inglés: Silvia Kot