Luchar juntos contra el antisemitismo y el antijudaísmo será la piedra de toque de toda fraternidad real
Conferencia Episcopal de Francia
Después de los asesinatos terroristas de Samuel Paty y de tres personas en la basílica Notre-Dame-de-l’Assomption de Niza, los obispos de Francia, reunidos en asamblea plenaria, han interpelado a nuestra sociedad francesa sobre el respeto mutuo. Retomando el llamado del papa Francisco a la fraternidad universal,[1] insistieron en el deber que tienen todos de mantener la libertad de expresión y el respeto fraterno por el otro, incluso por aquel cuyos defectos queremos criticar. Esta interpelación era muy urgente sobre todo porque asistimos, desde hace algunos años, a una preocupante banalización de la violencia con una multiplicación de palabras y gestos que expresan discriminación y racismo.
Las redes sociales, que representan en sí mismas una formidable oportunidad de comunicación y transmisión, también son un espacio de expresión individual y colectiva que no conoce límites y goza del anonimato, algo que lleva con demasiada frecuencia a los peores excesos.
En este contexto, los obispos llaman a estar particularmente atentos al inquietante resurgimiento del antisemitismo en Francia. Reiteran hoy con fuerza que la lucha contra el antisemitismo debe ser asunto de todos y afirman su voluntad de trabajar junto a todos los que están comprometidos en esa lucha.
Para nosotros los católicos, esta preocupación encuentra su origen en nuestro “vínculo espiritual” singular con el judaísmo. Más que nunca, es preciso recordar la importancia de las raíces judías del cristianismo.
“Nosotros no podemos considerar al judaísmo simplemente como otra religión: los judíos son nuestros ‘hermanos mayores’ (san Juan Pablo II), 'nuestros padres en la fe’ (Benedicto XVI)”.[2] Recordemos que el propio Jesús, el “Verbo de Dios”, rezaba los Salmos y leía la Ley y los Profetas. En el corazón mismo de nuestras acciones litúrgicas y de nuestra oración personal, con la recepción y la proclamación de los textos del Antiguo Testamento, con el apóstol Pablo, recordamos que “los dones y el llamado de Dios son irrevocables” (Rm 11, 29). Aunque la fe en Jesús nos diferencia y nos separa, también nos obliga, en la memoria de las horas terriblemente oscuras de la historia y conservando el recuerdo de las víctimas de la Shoá y de los asesinatos antisemitas de estas últimas décadas, a reconocer esto: curarse del antisemitismo y del antijudaísmo es la base indispensable de una verdadera fraternidad a escala universal. Esa curación es un camino exigente en el cual todos los seres humanos deben ayudarse mutuamente. Empieza con la “resistencia espiritual al antisemitismo”.
Nos hemos “comprometido a vivir una fraternidad auténtica con el pueblo de la Alianza”,[3] porque ponemos nuestra esperanza en lo que hemos aprendido de él: que los seres humanos, de cualquier origen, lengua y cultura, están llamados a vivir por siempre en una comunión en la que cada uno se dará a todos y todos se darán a cada uno. Por eso, los obispos de Francia exhortan, no solamente a los católicos, sino también a todos sus conciudadanos, a luchar enérgicamente contra toda forma de antisemitismo político y religioso en ellos mismos y a su alrededor.
París, 1º de febrero de 2021
Mons. Éric de Moulins-Beaufort
arzobispo de Reims,
presidente de la Conferencia Episcopal de Francia
Mons. Dominique Blanchet
obispo de Belfort-Montbéliard,
vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Francia
Mons. Olivier Leborgne
obispo de Arras,
vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Francia
Mons. Didier Berthet
obispo de Saint-Dié,
presidente del Consejo por la Unidad de los Cristianos y las Relaciones con el Judaísmo
Mons. Thibault Verny
obispo auxiliar de París,
miembro del Consejo por la Unidad de los Cristianos y las Relaciones con el Judaísmo