La Primera y la Segunda Guerras Mundiales mataron a más de cien millones de personas y convirtieron en refugiados a otros cientos de millones. Cayeron imperios. Surgieron naciones. Se crearon armas de un poder inimaginable, que amenazaban la existencia misma de la vida en nuestro planeta. Sin embargo, de esa carnicería y ese caos nacieron iniciativas positivas, incluyendo en muchos lugares una transformación, sin precedentes en la historia, de las relaciones entre judíos y cristianos.
Consternados y traumatizados por la matanza a escala industrial de dos tercios de los judíos europeos, los miembros de ambas comunidades buscaron un acercamiento tras casi dos milenios de distanciamiento y antipatía. Los cristianos debieron enfrentarse a una larga historia de retórica y violencia antijudías, mientras que los judíos debieron arriesgarse a confiar en que las propuestas cristianas fueran realmente sinceras. Los puntos de inflexión cruciales fueron una conferencia en Seelisberg, Suiza, en 1947, que llevó a la fundación del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos, la declaración Nostra Aetate de 1965 del Concilio Vaticano II de la Iglesia Católica y el informe de 1967 de la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias, “La Iglesia y el pueblo judío”.
La búsqueda de un diálogo abierto y una amistad sincera entre judíos y cristianos planteó muchas cuestiones morales, teológicas y sociales, y arrojó una nueva luz sobre la autocomprensión de cada comunidad. Tras siglos de ignorancia mutua y polémica, llevó tiempo construir confianza y aprender a hablar con el otro. Gradualmente, comenzó una era única de diálogo, entendimiento y enriquecimiento mutuo. Como nunca antes, desarrollándose en forma diferente en diversas partes del mundo, cristianos y judíos, al tiempo que forjaban colaboraciones cívicas y profundas amistades personales, estudiaban juntos con una profundidad excepcional, llegando a ser algunos de ellos expertos en la historia y los textos del otro. Estos interlocutores en el diálogo exploraron ideas religiosas que antes se evitaban. Al comprender que caminaban juntos en la presencia de la alianza con Dios, descubrieron un nuevo respeto por la integridad religiosa de los otros, y esto llevó a muchas Iglesias a renunciar a las misiones de conversión de judíos. Estos esfuerzos y experiencias sirvieron de modelos para relacionarse con otras comunidades religiosas, especialmente con los musulmanes.
A través de los años ha habido disputas y pasos en falso. El camino ha sido complicado y desigual. La concentración geográfica de los judíos después de la Shoá en Israel y en las principales ciudades de los Estados Unidos hace que la mayoría de los cristianos del mundo no puedan tener personalmente un diálogo interreligioso con los judíos. En diversos tiempos y lugares, el radicalismo religioso deshumaniza a las personas enfrentándolas entre sí por motivos religiosos. Aunque la paz parece a menudo un sueño imposible, hay judíos, cristianos y musulmanes que, sin embargo, han buscado firmemente el diálogo y la amistad durante décadas. Sus valientes esfuerzos son signos de esperanza para las personas de todo el mundo.
La guerra entre Israel y Hamás tras el 7 de octubre de 2023, que tiene aspectos regionales e intercontinentales de larga data, ha sacudido la amistad interreligiosa hasta un punto nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial, y tendrá consecuencias a largo plazo. Entre algunos cristianos y judíos reaparecieron viejos estereotipos y recelos mutuos. En todo el mundo surgieron fanatismos antisemitas e incluso violencia, provocando temor. Aunque las personas ven las crisis actuales y son afectadas por ellas de diversas maneras, todas están atormentadas por el trágico número de muertos. Sin embargo, quienes cultivamos amistades interreligiosas anhelamos y debemos prepararnos y trabajar para que llegue el día en que nazca la paz y tanto palestinos como israelíes, cristianos, musulmanes y judíos, prosperen en paz y seguridad.
LOS FIRMANTES DE ESTA DECLARACIÓN RESUELVEN que el diálogo interreligioso no puede ser víctima de estos ni de otros ataques o conflictos. De hecho, el diálogo es más importante que nunca. Creemos que es la voluntad de Dios y nuestra sagrada vocación. Dondequiera que vivamos y cualesquiera que sean nuestras circunstancias, nos comprometemos a:
- Ser bendiciones los unos para los otros y, por lo tanto, para el mundo,
- Apoyarnos mutuamente en nuestras responsabilidades de la alianza con Dios,
- Compartir las alegrías y las penas de los otros,
- Oponernos activamente a los prejuicios religiosos, especialmente al antisemitismo, a la islamofobia o al anticristianismo, y dar testimonio veraz unos de otros cuando sean tergiversados o difamados,
- Revisar nuestros rituales, enseñanzas y prácticas religiosos para eliminar cualquier elemento que caricaturice o enseñe faltas de respeto a los otros, o que de alguna manera racialice o deshumanice a alguien,
- Continuar y profundizar el estudio conjunto de temas que requieren atención urgente, como que el cristianismo es fundamentalmente una religión de creencia en comparación con la autocomprensión judía como pueblo, la tierra y el Estado de Israel en la espiritualidad judía y cristiana, el significado de la identidad judía de Jesús para los judíos y los cristianos de hoy, las implicaciones actuales de la Shoá para los cristianos y los judíos, sus vínculos en la Palabra de Dios de la escritura, sus tradiciones de razonamiento ético, y cómo pueden hablar y actuar juntos por el bien de la humanidad y la creación,
- Tratar de desarrollar amistades interreligiosas más profundas con los musulmanes, y
- Discernir mejor la Presencia divina en las comunidades, las tradiciones y los rituales de los otros.
Al asumir estos compromisos, rezamos para que Dios bendiga nuestros esfuerzos y siga acompañándonos en nuestra búsqueda de una amistad y una comprensión interreligiosas más profundas y duraderas.
CONSEJO INTERNACIONAL DE CRISTIANOS Y JUDIOS (INTERNATIONAL COUNCIL OF CHRISTIANS AND JEWS – ICCJ)
MARTIN BUBER HOUSE, HEPPENHEIM
ABRIL 2025
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