“Esa memoria que compromete”

En París, el lunes 4 de diciembre de 2017, la Federación Protestante de Francia (FPF) les entregó a las autoridades judías una declaración fraternal titulada “Esa memoria que compromete”. La ceremonia se llevó a cabo en la casa del protestantismo, en presencia de los responsables de culto y las autoridades públicas. Este es el texto de la declaración, publicada en un folleto, en el que también figuran la respuesta del judaísmo, en palabras del Gran Rabino de Francia Haïm Korsia, una exposición del pastor Roland Poupin sobre el trabajo de la comisión de relaciones con el judaísmo de la FPF y la alocución del presidente de la FPF, el pastor François Clavairoly.

Esa memoria que compromete

Protestantismo y judaísmo

Declaración fraternal de la Federación Protestante de Francia al judaísmo, en ocasión del 500º aniversario de la Reforma

En 2017, los protestantes conmemoran 500 años de Reformas. En su gran diversidad, los herederos de Martín Lutero abordan este acontecimiento con gratitud. Desean compartir la pertinencia de los grandes principios teológicos de la Reforma, la actualidad de las espiritualidades y de las expresiones eclesiales que ella ha producido, así como el espíritu de libertad y responsabilidad que ha despertado. Al colocar las Escrituras, la palabra a interpretar, como última autoridad en el corazón de la vida de fe de cada uno y de la vida de la Iglesia, la Reforma contribuyó notoriamente a conformar el rostro del cristianismo contemporáneo. Al redescubrir la gratuidad de la salvación, la Reforma hizo que surgiera un soplo de libertad, de una espiritualidad de la confianza, una ética del reconocimiento, una teología de la esperanza. La oportunidad de esta conmemoración despierta legítimamente un sentimiento de gratitud y alegría.

La Federación Protestante de Francia se siente deudora de una historia a asumir, porque la obra de memoria también implica una mirada crítica sobre el pasado. En el año 2017, los protestantes deben mirar de frente el hecho de que los actores de la Reforma no fueron capaces de producir una nueva concepción teológica de la relación entre la Iglesia e Israel,[1] ni de renovar su comprensión del judaísmo. Salvo pocas excepciones, los reformadores reprodujeron el pensamiento antijudío secular basado en determinada forma de leer el Nuevo Testamento. No supieron sustraerse de la oposición a Israel en la que se había instalado la Iglesia.

En un siglo XVI que no concebía la coexistencia de cultos diferentes, y en una época en la que no existía el concepto de tolerancia, el joven Martín Lutero publicó un escrito que, aunque era algo ambiguo, manifestaba cierta apertura y reconocía la judeidad de Jesús: “Jesucristo nació judío”. Con la esperanza de que los judíos se incorporaran a la Iglesia, pedía en ese texto una acogida y una actitud amistosa hacia ellos. Pero después de los años 1530, sus argumentos se hicieron más duros, llegando a expresar en tres escritos de los años 1542–1543, una violencia inaceptable contra ellos. Los esfuerzos de contextualización realizados por muchos historiadores, sin tratar de relativizar ni excusar, proporcionan claves de comprensión, pero no atenúan en nada su carácter inadmisible. La Federación Protestante de Francia rechaza esas ideas[2] y sigue denunciando con la mayor firmeza la explotación que se ha hecho de ellas. La familia protestante se siente responsable de la manera en que podrían instrumentalizarse todavía hoy las ideas antijudías de Lutero con fines discriminatorios o antisemitas.

La Federación Protestante de Francia también se sabe heredera de una afinidad particular que el protestantismo francés ha desarrollado con el judaísmo. Concentrando su trabajo interpretativo en la búsqueda del argumento singular de un texto bíblico, el reformador francés Juan Calvino encuentra en los dos Testamentos de la Biblia la expresión de una norma permanente para la vida del creyente y de la Iglesia. De ese modo, le otorga a la Biblia hebrea una validez permanente e insiste en la unidad de la alianza expresada por los dos Testamentos de la Biblia cristiana. Su análisis del Evangelio no lo lleva a endurecer la relación con la ley. Este abordaje particular, que no produjo al principio los frutos que contenía en germen, suscitó sin embargo una gran familiaridad de los protestantes franceses con la Biblia hebrea y una afinidad con los hebreos, que está en el origen de ese vínculo particular de solidaridad con los judíos y el judaísmo. La situación sociológica de religión minoritaria y la memoria de su propia persecución reforzaron aún más esta identificación ampliamente compartida con el destino de Israel. En los momentos duros de la historia de Israel, esta proximidad dio lugar a actos de una solidaridad ejemplar y movilizó un apoyo vigilante de responsables de la Iglesia, desde el caso Dreyfus hasta la segunda guerra mundial y las recientes manifestaciones de antisemitismo.

La Federación Protestante de Francia se siente comprometida ante todo con los logros del proceso de diálogo y trabajo teológico, que puso en evidencia el vínculo particular e indisoluble entre la Iglesia e Israel. En efecto, la tragedia de la Shoah despertó las conciencias e involucró a las Iglesias en un proceso de revisión de su relación con el judaísmo. Muchas declaraciones han enunciado principios decisivos, renovando en profundidad la naturaleza de las relaciones entre la Iglesia y el judaísmo.

La Federación Protestante de Francia condena el antisemitismo[3] en todas sus formas, como fue pedido, en su fundación en 1948, por el CMI, Consejo Mundial de Iglesias (WCC: World Council of Churches). El antisemitismo, independientemente de sus orígenes, debe ser denunciaádo “como una actitud absolutamente incompatible con […] la fe cristiana”. “Es un pecado contra Dios y contra el hombre”. Esta declaración afirmaba también la corresponsabilidad de los cristianos, por omisión o por silencio, en la tragedia de la Shoah. La Federación Protestante de Francia es particularmente interpelada por el antisemitismo que se expresa en el país, así como por el sentimiento de inseguridad que experimenta la comunidad judía en Francia. Permanece vigilante para que se aplique la libertad religiosa que les garantiza el principio del laicismo en Francia a todos los ciudadanos de la República. No concibe a Francia sin la presencia y el aporte del judaísmo.

La Federación Protestante de Francia es consciente del hecho de que la decisión tomada por el Consejo Mundial de Iglesias en Nueva Delhi en 1961 de renunciar a una enseñanza teñida de antijudaísmo y desprecio, aún no tuvo una recepción plena. Son demasiados los que, sin cuestionar la condición de judío de Jesús ni el vínculo indisoluble entre la elección de Israel y la historia de la salvación, siguen transmitiendo una imagen fosilizada del judaísmo. El importante trabajo teológico realizado en el seno del protestantismo sobre su percepción del judaísmo, así como el camino recorrido a lo largo de los encuentros judeo-cristianos, ha permitido llegar a un mejor conocimiento mutuo. Pero no ha logrado extirpar del todo de los hábitos lingüísticos las palabras dañinas, e incluso despectivas. Todavía falta hacer un importante trabajo sobre el lenguaje para integrar este cambio en la enseñanza, la predicación, la catequesis y la liturgia. La Federación Protestante de Francia se ocupa de ello y alienta a sus miembros a hacerlo.

La elaboración de una base de reflexión teológica sobre la naturaleza de la relación entre los cristianos y los judíos es sin duda, para los cristianos, el aspecto más exigente de este proceso. A partir de los años 1980, se han podido afirmar importantes principios teológicos:

– el reconocimiento de las raíces judías de la fe cristiana;

– el reconocimiento de la elección irrevocable del pueblo judío;

– el reconocimiento del vínculo indisoluble con Israel como elemento esencial de la definición misma de la Iglesia;

– el rechazo a toda teología de la sustitución y de apropiación exclusiva de la herencia judía por parte de la Iglesia;

– el abandono de toda misión[4] tendiente a la conversión de los judíos: una afirmación sensible, principalmente enunciada por el protestantismo luterano reformado, que necesita todavía un debate y una profundización en el seno de la familia protestante.

Este trabajo teológico y bíblico aún no ha podido superar todas las dificultades, en especial, la tensión entre la universalidad de la salvación en Jesucristo y el reconocimiento del judaísmo como vía específica de redención. Ha puesto en evidencia, sin embargo, y sobre todo en virtud del reconocimiento de las raíces judías de la fe cristiana, que para los cristianos, el diálogo con el judaísmo no pertenece simplemente al ámbito interreligioso, sino que se trata de la discusión y el encuentro en el seno de una misma familia religiosa. Sobre esta base, debe proseguir el trabajo teológico. La Federación Protestante de Francia estimula este trabajo y lo lleva a cabo, especialmente para profundizar, en el plano teológico, la comprensión del judaísmo.

La Federación Protestante de Francia reconoce y celebra en este proceso el surgimiento de una base de encuentro y diálogo con el judaísmo. Honra la memoria de los actores de este movimiento, como la Amistad Judeo-Cristiana de Francia, fundada especialmente por el impulso de Jules Isaac, de Edmond Fleg, del pastor Jacques Martin y de Fadiey Lovsky. La Federación se siente comprometida por esos primeros logros que, por una parte, exigen una profundización y por la otra, necesitarían una mejor recepción en el conjunto de las Iglesias y de sus miembros.

La cuestión del reconocimiento del Estado de Israel, que está en el centro de muchas expectativas, le añade una dimensión política a la actitud cristiana hacia los judíos (CMI, 1948). En la práctica, la diferencia entre la dimensión política y la dimensión teológica y religiosa no siempre es evidente, sobre todo después de la guerra de los Seis Días, que dividió a la opinión pública protestante en Francia. Las Iglesias de la Federación Protestante de Francia están atravesadas por este debate que se abre sobre un amplio espectro de posiciones. Algunos, que ven más bien en el Estado de Israel la realización de una promesa bíblica, le otorgan un apoyo casi incondicional. Otros, que reivindican más bien una ética de los derechos humanos, adhieren a la causa del débil y de la víctima en los que perciben a los palestinos. Apoyan a estos últimos porque sostienen que hay violencia de Estado por parte del Estado de Israel. Por su parte, la Federación Protestante de Francia afirma y reconoce la legitimidad del Estado de Israel y su rol central para el judaísmo. Lo hace reconociendo igualmente la legitimidad de un Estado palestino. La Federación Protestante de Francia llama a orar por la implementación de un proceso pacífico que rechace toda forma de violencia y privilegie el diálogo, para el establecimiento de un orden de derecho justo para los israelíes y los palestinos, y para la ayuda, sin distinción, a todas las víctimas de ese conflicto.

Desde hace más de 60 años, los protestantes y los judíos están recorriendo un camino que los lleva progresivamente a dejar atrás un pasado de enfrentamiento e incluso de desprecio. Trabajan resueltamente en la actualidad para reconocer y admitir el vínculo irreductible entre la Iglesia e Israel. Sin negar las dificultades ni la singularidad de cada uno, la Federación Protestante de Francia se compromete a continuar ese trabajo, especialmente en estos cuatro puntos:

El diálogo y el encuentro

Es necesario aumentar aún más los lugares de encuentros, de intercambios, para seguir profundizando el conocimiento mutuo entre judíos y cristianos. Las declaraciones y los textos son importantes, pero no pueden reemplazar a los encuentros interpersonales. Dialogar no es solamente una elección sino un deber cristiano, por dos razones: por una parte, para contribuir a una convivencia pacífica y por otra parte, porque solo es posible comprender la enseñanza de Jesús si se la sitúa en el horizonte del judaísmo. El encuentro continuo con los judíos, el judaísmo del tiempo de Jesús y sus tradiciones vivas en la actualidad, es una fuente de verdadero enriquecimiento para la fe y permite que todos logren una comprensión más profunda de la revelación del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (CMI, Fe y Constitución, 1967).

El esfuerzo común de interpretación

Tanto el judaísmo como el protestantismo tienen una rica tradición interpretativa de las Escrituras. “Por medio del estudio de la Torah, la práctica de las mitsvot, es decir, de los mandamientos divinos, y la sabiduría que emana de ello”[5][5], los judíos buscan la transformación de los corazones y los espíritus. Con el estudio de las Escrituras y el cotejo con la autoridad de la Biblia, los protestantes quieren exponerse a esa Palabra capaz de cambiar los corazones y los espíritus. Aunque son diferentes, esas tradiciones interpretativas específicas contienen un rico patrimonio espiritual, que ganaría al ser conocido y compartido. En esta época que está en busca de referencias, de sentido y de espiritualidad, el Dios de la Biblia, revelado en una palabra que debe ser interpretada, nos compromete a “trabajar juntos en la construcción de la fraternidad universal y la actualización de una ética común válida para todo el mundo”.[6]

El compromiso en la República

Las semejanzas históricas y sociológicas entre el judaísmo y el protestantismo en Francia han forjado en su seno la tradición de una cultura republicana. Desde su origen, las comunidades judías y protestantes han defendido el principio del laicismo como garantía de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa. Han construido sus respectivos proyectos no en una lógica de repliegue comunitario, sino de responsabilidad ciudadana. En un contexto de disolución del vínculo social y de repliegue en las comunidades, los judíos y los protestantes tienen una voz que debe ser oída y una vigilancia que ejercer.

La promesa que aún no fue cumplida

El trabajo de memoria, que se nutre de raíces comunes, lleva a judíos y cristianos a considerarse beneficiarios de una misma promesa que delinea el horizonte de una misma esperanza: “la de ver que el mundo conducido por Dios llegue a su plena realización y a la común manifestación de su Reino”.[7] La solidaridad y la fraternidad entre judíos y cristianos constituyen un jalón significativo de esa esperanza suprema que tiende hacia el horizonte de una humanidad reunida y pacificada alrededor del Dios Uno y Único.

 “Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables” (Romanos 11, 29).

[1] En esta declaración, el término “Israel” designa al judaísmo. Para referirse al Estado, siempre se especificará “Estado de Israel”.

[2] Véase también en este sentido la declaración del 7 de junio de 2017 “Lutero, los judíos y nosotros en la actualidad”, redactada por iniciativa del presidente de la UEPAL (Unión de Iglesias Protestantes de Alsacia y Lorena).

[3] Contrariamente al antijudaísmo, que supone cierta cantidad de caricaturas teológicas, el antisemitismo fundamenta su odio a los judíos en consideraciones basadas en supuestas diferencias raciales.

[4] La “misión hacia los judíos” era una expresión utilizada por las Iglesias para definir su tarea proselitista tendiente a convertir a los judíos al cristianismo. El reconocimiento del judaísmo como una vía específica de redención, tal como lo enuncia el texto “Iglesia e Israel”, de la Comunión de Iglesias Protestantes de Europa (2001), exige el abandono de esa misión. No debe confundirse este abandono con una renuncia al testimonio, la afirmación de la fe, que puede llevar a una conversión, tanto al cristianismo como al judaísmo.

[5] Jean-François Bensahel, Philippe Haddad, Rivon Krygier, Raphy Marciano, Franklin Rausky, “Declaración por el futuro Jubileo de fraternidad: una nueva concepción judía de las relaciones judeo-cristianas”, 23 de noviembre de 2015.

[6] Ibid.

[7] Expresión usada por Matthieu Arnold al citar los trabajos preparatorios para el texto “Iglesia e Israel”, de la Comunión de Iglesias Protestantes de Europa (2001). Véase Matthieu Arnold, Protestants et Juifs depuis la Shoah jusqu’aux déclarations de repentance du début du XXIe siècle (France, Allemagne), en la revista Sens, “Juifs et chrétiens dans le monde aujourd’hui”, n°314, enero de 2007, p. 19-39 (p. 37).

Editorial remarks

Traducción del francés: Silvia Kot.