Discurso del ICCJ al Papa Francisco, en la audiencia del 30 de junio de 2015, en Roma

Su Santidad, papa Francisco: es para mí un gran honor presentarle a los 250 participantes del encuentro anual 2015 del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos (ICCJ).

Hemos llegado a Roma provenientes de muchos países con el fin de reflexionar juntos sobre “El 50º aniversario de Nostra Aetate: pasado, presente y futuro de la relación cristiano-judía”. En mi calidad de presidente del ICCJ, deseo expresarle, en nombre de todos, nuestro más profundo agradecimiento por recibirnos en el Vaticano, cuando celebramos lo que usted tan sensiblemente denominó “nuestro camino de amistad”, [1] recorrido durante las cinco últimas décadas.

Papa Francisco: el ICCJ se constituyó inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial como resultado de un histórico encuentro celebrado en Suiza en el año 1947, bajo la consigna “Conferencia de Emergencia sobre Antisemitismo”. Sus famosos “Diez Puntos de Seelisberg” no solo sirvieron como precursores de Nostra Aetate, sino que también dieron nacimiento al ICCJ. Actualmente, el ICCJ es una asociación que reúne a cuarenta organizaciones nacionales en más de treinta países de cinco continentes, promoviendo el respeto y el enriquecimiento mutuos en cada oportunidad. Una de las organizaciones nacionales miembros del ICCJ ha desarrollado redes con 80 grupos base de diálogo. Otra es una colaboración de docenas de centros de investigación y educación de universidades. Otras organizaciones nacionales apoyan la interacción oficial entre rabinos judíos y clérigos cristianos. Nuestra diversidad puede apreciarse en los propios miembros que componen el Comité Ejecutivo, que incluye a judíos y cristianos de Australia, Chile, la República Checa, Francia, Alemania, Israel y Estados Unidos. A la vez patrocinamos el Consejo de Jóvenes del ICCJ, para transmitirles la importancia del diálogo interreligioso a las siguientes generaciones, y el Foro Abrahámico Internacional, orientado a promover las relaciones trilaterales entre judíos, cristianos y musulmanes.

Nuestra conferencia se centra en el pasado, el presente y el futuro de “nuestro camino de amistad”. Sentimos que este camino recién comienza. No podemos superar en solo 50 años un legado de dieciocho siglos de alejamiento y animosidad. Deben olvidarse antiguos hábitos de sospecha, desconfianza y caricaturización. Debemos desarrollar en conjunto nuevas teologías de nuestra relación espiritual. Hemos compartido con usted la declaración “Celebrar y profundizar la nueva relación cristiano-judía” que hemos elaborado como parte de esta conferencia.

Sin embargo, hoy es un día para celebrar el bendito reencuentro que estamos experimentando. Por eso, papa Francisco, con el fin de expresarle nuestro agradecimiento por sus inspiradoras contribuciones a nuestro histórico camino de amistad, deseamos hacerle entrega de tres simbólicos presentes que se relacionan con la estructura pasada, presente y futura de nuestra conferencia. Cada regalo le será entregado por un judío y un cristiano, para simbolizar nuestro continuo trabajo en común.

Ciertamente, el pasado nos ha enseñado que las conversaciones amistosas fueron cruciales para superar las divisiones entre cristianos y judíos. Para mencionar un solo ejemplo, en los años 1940, el teólogo Karl Thieme luchó por revertir, después de la Shoah, la dominante creencia cristiana de que los judíos estaban sujetos a la ira de Dios. Gracias a su intercambio de correspondencia con varios judíos, especialmente con Martin Buber, Thieme experimentó el amor existente entre Dios y el pueblo judío y, en ese espíritu, releyó el texto de Romanos 11 con una nueva perspectiva. Las ideas de Karl Thieme fueron posteriormente incorporadas al número 4 de Nostra Aetate: una contribución clave que fue el resultado directo de sus conversaciones y su aprendizaje con judíos.

Hoy es fácil olvidar las incertidumbres y los riesgos que acompañaron a dichos esfuerzos. Pero nosotros no podemos olvidar que, como lo ha manifestado el cardenal Kurt Koch, “únicamente la atrocidad sin precedentes de la Shoah pudo generar un verdadero punto de inflexión en el pensamiento”.[2] Por eso, papa Francisco, el primer regalo que nos honramos en entregarle nos recuerda que, aunque el oscuro mundo de pesadilla de la Shoah siempre exigirá una auténtica conversión de nuestros corazones, ni siquiera en esas condiciones desapareció totalmente la decencia humana. Quisiera solicitarles a los dos vicepresidentes del ICCJ, la Sra. Liliane Apotheker, de Francia, y el reverendo Michael Trainor, de Australia, que le entreguen una copa de bendición (kiddush) muy particular. Esta copa conmemora el rescate de Max Ostro por parte de católicos durante la Shoah, en 1942: una acción que continúa inspirando a sus hijos- presentes aquí hoy- en la tarea, realizada con prudencia y amor, del diálogo y la cooperación nacional e internacional entre cristianos y judíos. Que la memoria de estos actos desinteresados durante ese horrible reinado del odio siempre nos inspire en nuestro camino de amistad. 

Papa Francisco, al volvernos hacia el presente, desde el año 1965 hasta hoy, reflexionamos sobre la creciente relación de amistad que hemos experimentado en nuestra travesía. La hermana profesora Mary C. Boys - que se encuentra hoy aquí con nosotros - escribió acerca de su prolongada colaboración con la educadora judía Sara Lee: “A lo largo de los años, Sara y yo hemos discutido sobre muchos temas demandantes y delicados, pero las conversaciones en sí mismas no fueron difíciles. Por el contrario, nuestra amistad nos permitió compartir el abordaje de temas sensibles,[3] incluyendo enfrentar Auschwitz una en presencia de la otra”.

Del mismo modo, el reverendo Hanspeter Heinz - que también se encuentra hoy aquí- ha escrito con afecto sobre sus más de veinte años de amistad con el rabino Michael Signer, de bendita memoria, que fue también un amigo de muchos de los que hoy estamos aquí:  “La alegría que compartimos como amigos era tan importante como nuestros proyectos conjuntos…Durante nuestras largas caminatas… a veces nos perdíamos en el camino porque estábamos absorbidos en nuestras discusiones…Sin esas profundas discusiones teológicas, nuestra amistad seguramente habría carecido de seriedad y hondura”.[4]

Su camaradería informal resuena con el famoso paradigma “Yo-Tú” de Martin Buber, de cuyo fallecimiento también se cumple este año el cincuentenario. Martin Buber tiene un lugar especial en los corazones de la familia del ICCJ, ya que su antigua residencia en Heppenheim, Alemania, es hoy la sede de las oficinas centrales del ICCJ. Por ello, Su Santidad, invito al tesorero del ICCJ, Dr. Abi Pitum, y a la secretaria general Anette Adelmann, ambos de Alemania, para que le entreguen nuestro segundo pequeño, pero simbólico, regalo. Es un ejemplar de la primera edición de un volumen de ensayos redactados por el profesor Martin Buber, firmado por el propio autor y publicado en 1936, un año especialmente significativo para usted.

Parafraseando un poco, la inscripción afirma que solo pasando tiempo juntos podemos enfrentar el desafío de obtener los conocimientos necesarios para nuestros tiempos. Que las palabras del profesor Buber inspiren a judíos y cristianos para trabajar juntos, con el fin de responder a las necesidades de nuestros tiempos.

Y finalmente, llegamos al futuro. Pensando en la manera de describir la actual relación entre cristianos y judíos, el rabino Daniel Lehmann ha propuesto lo siguiente:

Sugiero…la metáfora de lo que nosotros (los judíos) llamamos en arameo javrutá, es decir, compañeros de aprendizaje. Un compañero de aprendizaje es alguien con quien se estudian textos, bíblicos o cualquier otra clase de textos tradicionales, pero se estudian con el objeto de tener un diálogo, un interlocutor con quien puede surgir la verdad a medida que ambos dejan fluir sus diferentes perspectivas sobre los textos. Y es una clase de relación muy íntima, en la cual se tiene una sensación de textos compartidos e incluso una relación de Alianza, pero en la cual los compañeros participantes no buscan solo estar de acuerdo sino que, en realidad, tratan de ver cómo sus diferentes perspectivas pueden mejorar la comprensión de la otra persona.[5]

Las palabras del rabino Lehmann nos recuerdan lo manifestado por el papa Benedicto XVI: “Nosotros consideramos que es nuestra tarea llevar estas dos maneras de releer los textos bíblicos- la cristiana y la judía- a un diálogo entre ambas, si pretendemos entender correctamente la voluntad de Dios y Sus palabras”.[6]

Además, usted, papa Francisco, ha escrito: “El diálogo y la amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús. … Existe una rica complementación entre nosotros que nos permite…ayudarnos mutuamente a extraer las riquezas de la Palabra de Dios”.[7] Su visión seguramente se debe a su propia experiencia de intercambios con amigos judíos, especialmente con el rabino Abraham Skorka, presidente del comité de planificación del encuentro del año 2014 de la ICCJ en Buenos Aires. El rabino Skorka ha escrito, de manera sensible, en el libro de los diálogos entre ustedes: “Tener una conversación es acercar el alma al alma del otro para revelar e iluminar su esencia. El Divino Hálito, que ambos poseen, sabe cómo unir a los dos y establecer una relación con Dios que no se debilitará nunca”.[8]

Papa Francisco, estas y muchas otras experiencias similares sugieren que la nueva relación entre judíos y cristianos - cincuenta años después de Nostra Aetate - pueden ciertamente madurar hasta alcanzar un punto en el que seamos capaces de abordar la discusión de temas que hasta ahora, y literalmente desde los tiempos del Nuevo Testamento, no hemos podido abordar. Gracias a que un genuino afecto mutuo ha crecido entre nosotros, por fin podemos, “en nuestro tiempo”, comenzar a hablar libremente entre nosotros sobre nuestra relación, frente a Dios. “En nuestro tiempo”, podemos empezar a analizar cuestiones religiosas de una profundidad tal que únicamente pueden ser abordadas si trabajamos juntos durante extensos períodos de tiempo como compañeros y socios de estudio en mutua amistad. De este modo, es muy adecuado que también le entreguemos nuestro tercer regalo al rabino Skorka. La muy conocida amistad entre ustedes es una señal de esperanza de nuestros tiempos y una invitación a un futuro colmado de posibilidades cada vez más grandes.

Papa Francisco, como usted sabe, en docenas de catedrales medievales se representan figuras femeninas para mostrar a la Ecclesia- la Iglesia- majestuosa, coronada y poderosa, triunfando sobre una derrotada Synagoga, sin corona y con los ojos vendados. En la actualidad, por supuesto, tales representaciones hostiles contradicen directamente la enseñanza de la Iglesia post-Nostra Aetate. Por lo tanto, la Universidad de Saint Joseph de Filadelfia ha encargado una escultura original titulada "Synagoga y Ecclesia en Nuestro Tiempo" para celebrar -a través del arte- nuestro camino de amistad iniciado a partir de Nostra Aetate.

Como este regalo simboliza el futuro, mi colega y javrutá de Saint Joseph, profesor Adam Gregerman, y yo les entregaremos a usted y al rabino Skorka dos pequeñas réplicas de esa escultura, que será inaugurada oficialmente el próximo mes de septiembre. La escultura en su tamaño real mostrará a la Sinagoga y a la Iglesia representadas con nobleza y gracia, estudiando gozosamente sus textos sagrados juntas, como amigas. Santo Padre, el ICCJ cree que es nuestra obligación ante Dios, en estos benditos tiempos, buscarnos activamente uno al otro como amigos y compañeros de estudio con el fin de ser realmente- en palabras del papa san Juan Pablo II- “una bendición uno para el otro”.[9] Un estudio compartido en este espíritu permitirá profundizar nuestra vida de Alianza con Dios y llevar esperanza al resto del mundo.

Papa Francisco: en nombre del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos, le rogamos que acepte y reciba estos tres testimonios de gratitud, estima y admiración. Por favor, rece por nosotros mientras nuestras muchas y diferentes organizaciones miembros procuran llevar a cabo nuestras diversas misiones y funciones en nuestro “camino de amistad” juntos.

¡Shalom!

[1] Papa Francisco, "Discurso a los Grandes Rabinos de Israel" (26 de mayo de 2014).

[2] Kurt Cardenal Koch, “Preguntas y perspectivas teológicas en el diálogo judeo-católico”, mensaje ofrecido en la Conferencia del Consejo de Centros de Relaciones Judeo-Cristianas, Universidad Seton Hall, East Orange, NJ, USA, 30 de octubre de 2001 &1

[3] Mary C. Boys, "Learning in the Presence of the Other: My Friendship with Sara Lee," próximamente en James L. Fredericks y Tracy Sayuki Tiemeier, eds., Interreligious Friendship after Nostra Aetate (New York/London: Palgrave Macmillan, 2015).

[4] Hanspeter Heinz, "Your Privilege: You Have Jewish Friends," Philip A. Cunningham, Joseph Sievers, Mary C. Boys, Hans Hermann Henrix y Jesper Svartvik, eds. Christ Jesus and the Jewish People Today: New Explorations of Theological Interrelationships (Grand Rapid: William B. Eerdmans, 2011), 4.

[5] Daniel Lehmann, citado en 07:18-8:32 de "Metaphors for a Unique Relationship," Walking God's Path: Jews and Christians in Candid Conversation[video], episodio 5. Producido por Philip A. Cunningham, John Michalczyk, y Gilbert Rosenthal (Boston: Center for Christian-Jewish Learning at Boston College, 2004).

[6] Papa Benedicto XVI, Jesus of Nazareth, Part Two, Holy Week: from the entrance into Jerusalem to the Resurrection (San Francisco: Ignatius Press, 2011), 35. (“Jesús de Nazaret”, Madrid, La esfera de los libros, 2007).

[7] Papa Francisco, Evangelii Gaudium (2013), §248-249.

[8] Jorge Mario Bergoglio y Abraham Skorka, On Heaven and Earth: Pope Francis on Faith, Family, and the Church in the Twenty-First Century (New York: Image Books, 2013), ix. (“Sobre el cielo y la tierra”, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2010).

[9] Papa San Juan Pablo II, “Discurso sobre el 50º aniversario del levantamiento del Ghetto de Varsovia” (6 de abril de 1993).