El primer diálogo público, hace 29 años, se centró apropiadamente en “Las raíces judías de la fe cristiana y la necesidad del diálogo (la radice ebraica della fede cristiana e la necessità del dialogo)”. Este mes, después de diez años consecutivos de analizar las interpretaciones cristiana y judía de los Diez Mandamientos, el tema fue la interpretación católica y la interpretación judía del “Libro de las Lamentaciones”, llamado “Ekha” (que significa “¿Por qué?” en hebreo). Es una de las cinco “Meguilot” o Rollos, y se considera parte de un género de literatura judía conocida a través de los siglos como “Kinot” o “lamentaciones, elegías, cantos fúnebres”, como lo explicó el gran rabino de Roma, Dr. Riccardo Di Segni en su discurso de la conmemoración de este Día en la Pontificia Universidad Lateranense. Según las interpretaciones más modernas, “Ekha” concierne a la teodicea, o una meditación teológica y filosófica sobre la eterna pregunta de por qué un Dios bueno permite el mal y el sufrimiento en este mundo.
La propia Jerusalén es el tema del Libro de las Lamentaciones. Ekha es un grito de profundo dolor y lamento por la destrucción del Primer Templo por parte de los babilonios en el año 586 A.E.C., seguida por el exilio del pueblo judío, y del Segundo Templo, cinco siglos más tarde, en el año 70 E. C. El texto se lee como liturgia en el 9º día del mes hebreo de Av, que se denomina “Tisha b’Av” o “El 9 de Av”.
En la Pontificia Universidad Lateranense, el rabino Di Segni ilustró la observancia de este día de duelo con imágenes de plegarias en sinagogas llenas e iluminadas con velas. Según Di Segni, este día de ayuno y oración sigue reflejando la imperecedera centralidad de Jerusalén en la mentalidad judía, mientras que el duelo se extiende para incluir la tragedia de la Shoah y otras masacres de la historia judía, como los pogroms, las Cruzadas, la expulsión de los judíos de España en 1492, etc.
Señaló que parte del significado de ese texto para el entendimiento católico-judío reside en una frase muy parecida a una conocida cita de los Evangelios cristianos. Dice que un hombre afectado por el infortunio debería “…ofrecerle su mejilla a quien lo está golpeando….” (vv. 28-30.) Estas palabras muestran una asombrosa afinidad con la recomendación del Evangelio (Mateo 5, 39; Lucas 6, 29): “Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra”. Pueden encontrarse palabras similares también en otras partes, incluso más antiguas, de la Biblia Hebrea, como en Isaías (50, 6): “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes las arañaban; no oculté mi rostro de la mortificación ni del insulto”.
Al responder a una pregunta después de su discurso en la Lateranense, sobre cuáles son los principales elementos que separan al cristianismo del judaísmo, el rabino Di Segni señaló que el obstáculo más infranqueable para los judíos es la creencia cristiana en la divinidad de Jesucristo y todas las prácticas religiosas que derivan de este artículo de fe.
Como dijo el obispo Pierre Duprey, un pionero del diálogo cristiano-judío, “Nuestras dos religiones están separadas y unidas por el judío Jesús”: una paradoja que provocó persecuciones y antisemitismo a través de los siglos. En la actualidad, dice el obispo Ambrogio Spreafico, presidente de la Comisión para el Ecumenismo y el Diálogo Interreligioso, la atención recíproca al diálogo y al estudio, como lo recomienda el Consejo Ecuménico, es “fundamental, no solo para nuestra (cristiana) relación con el judaísmo, sino también para el verdadero entendimiento de nuestra fe en Jesús de Nazaret, que fue judío en todo sentido”.
Recordando el documento de 1965 del Concilio Vaticano II Nostra Aetate, la base de la transformación en la relación entre católicos y judíos que apuntaba a erradicar el antisemitismo en todas sus formas, el obispo Spreafico dijo: “El antisemitismo y el prejuicio antijudío, que hoy está relacionado a menudo con el antisionismo, de ninguna manera ha muerto”. Para ilustrar su idea, señaló que una encuesta reciente registró 382.000 comentarios antisemitas cada 83 segundos en la web. “¡No creo que todos los autores de esos comentarios sean ateos!”, concluyó.
Las perspectivas cristianas sobre el “Libro de las Lamentaciones” fueron presentadas, entre otros, por dos destacados líderes católicos del diálogo cristiano-judío: Piero Stefani, presidente del SAE (Secretariado de Actividades Ecuménicas) cuyas reflexiones, junto con las del rabino Di Segni, figuran en el folleto de la CEI (Conferencia Episcopal Italiana) distribuido como guía para las celebraciones de este año, y la académica bíblica Maria Brutti, que habló junto con Di Segni en el acto de la Pontificia Universidad Lateranense.
Ambos señalaron que los católicos habían usado esta liturgia en servicios conmemorativos de diferentes tragedias contemporáneas del mundo, y que la sofisticada sintaxis literaria del documento (también comentada por el rabino Di Segni) con las 22 letras del idioma hebreo usadas para introducir cada uno de los 22 capítulos, es un efectivo vehículo de expresión para una intensidad de sufrimiento que de otro modo sería inexpresable. Pero desgraciadamente, el Libro de las Lamentaciones también ha sido manipulado por las Iglesias durante siglos para promover el antisemitismo cristiano, al interpretarlo falsamente como un documento de la teología de la sustitución.
El padre Norbert Hofmann, secretario de la Pontificia Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, presentó, en su editorial para “L’Osservatore Romano”, una reseña de los hitos en los 53 años desde Nostra Aetate, incluyendo las visitas papales a la Gran Sinagoga de Roma y a Israel de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, y la publicación de documentos fundamentales de esa comisión vaticana. Otro breve panorama del medio siglo pasado fue ofrecido por el profesor Giuseppe Pulcinelli (Director Diocesano de Roma para las Relaciones con los Judíos) durante una discusión presentada por monseñor Marco Gnavi (delegado de la Oficina Diocesana para el Ecumenismo), moderada por el profesor Felix Korner en el Centro Cardenal Bea para Estudios Judíos de la Pontificia Universidad Gregoriana, con el profesor David Meghnagi (Director del Programa del Master Internacional de Educación de la Shoah en la Universidad de Roma Tres). Después de reconocer los grandes progresos realizados en la décadas pasadas, el profesor Meghnagi también se refirió a áreas que todavía muestran prejuicios antisemitas, como las peregrinaciones católicas a “Tierra Santa” que no incluyen visitas a los lugares sagrados judíos, y el silencio de la diplomacia vaticana con respecto a la reciente moción de la UNESCO para llamar a esos lugares sagrados con sus nombres musulmanes, eliminando de este modo su significado para la religión y la herencia judías.
“Entre Jerusalén y Roma. Reflexiones sobre 50 años de Nostra Aetate”, una declaración firmada por los más prominentes rabinos ortodoxos de Israel, EE.UU y Europa, y las asociaciones que representan (el Gran Rabinato de Israel, el Consejo Rabínico de Estados Unidos y la Conferencia de Rabinos Europeos), recibió una gran atención. Este documento fue redactado en 2015 y presentado al Papa Francisco por una delegación representativa de judíos ortodoxos el 31 de agosto de 2017. Aunque existieron otras declaraciones judías significativas anteriores sobre el diálogo interreligioso, incluso una firmado por diversos rabinos ortodoxos, no causaron este profundo impacto. La diferencia reside en que este documento logró la aprobación unánime de los líderes ortodoxos judíos más autoritativos del mundo.
El documento incluye referencias a los dos milenios de la “enseñanza del desprecio” por parte de los cristianos, pero también reconoce los pasos fundamentales hacia la reconciliación y la reparación que ha dado la Iglesia Católica en el último medio siglo. Expresa la esperanza de que, considerando nuestra herencia común y nuestros valores morales comunes, podamos unir nuestras fuerzas para trabajar por un futuro mejor...
El obispo Ambrogio Spreafico, en su elocuente introducción a la guía de la Conferencia Episcopal Italiana para el Día del Diálogo de este año, destacó dos aspectos de “Entre Jerusalén y Roma”: un compromiso judío para hacer conocer mejor la nueva actitud de la Iglesia hacia los judíos y el judaísmo dentro de las comunidades judías y un compromiso católico para hacer circular en forma más efectiva los documentos de la Iglesia sobre el diálogo con el judaísmo, para que “el antisemitismo y el antisionismo sean definitivamente erradicados de su teología, de la enseñanza y de las plegarias, y también de la vida cotidiana y el lenguaje que usa el creyente católico”.
“La esperanza”, concluyó Spreafico, “es que todos, exégetas y teólogos, catequistas y profesores de la religión católica, sacerdotes y laicos, promuevan un mayor conocimiento de lo que ha producido la Iglesia Católica en estos 50 años, porque sin un conocimiento mutuo no puede haber diálogo, y sin diálogo la coexistencia se vuelve difícil, si no imposible. El diálogo es el único camino hacia la paz”.