Estar atentos: el mensaje del 27 de enero

¿Por qué hacer memoria de la Shoá? Para rendir homenaje a las víctimas, pero también porque es necesario estar alerta ante la barbarie y defender la dignidad humana y la paz.

El 27 de enero de 1945, hacia las once de la mañana, hace 76 años. Una primera patrulla del Ejército Rojo entró en el campo de Auschwitz III, y por la tarde, en Birkenau y Auschwitz I. Todavía quedaban unos 7000 prisioneros sobrevivientes. Los soldados soviéticos se horrorizaron.

Se necesitaron todavía muchos meses de combate para desmantelar todo el sistema concentracionario nazi, hasta el 8 de mayo, inclusive, con la liberación del campo de Terezin, cerca de Praga. Todos los soldados soviéticos, estadounidenses, británicos y franceses que debieron entrar en los campos, quedaron estupefactos. Esos soldados llevaban años luchando en todos los frentes, estaban inmersos en la guerra con su cortejo de sufrimientos y horrores, algunos de ellos ya habían intervenido en los combates de trinchera de 1914-1918. Pero allí descubrieron lo inimaginable, la ignominia absoluta: el sistema concentracionario nazi.

Sin embargo, los nazis habían intentado ocultar su crimen forzando a los desdichados deportados exhaustos a realizar increíbles marchas en el frío glacial del invierno, las “marchas de la muerte”, y destruyendo las cámaras de gas.

Y todavía ignoraban esos soldados lo que se fue descubriendo poco a poco, a medida que se escuchaban testimonios y se realizaban estudios históricos: la organización de un verdadero sistema concentracionario, llegando hasta los más ínfimos detalles para humillar y causar un sufrimiento cada vez mayor; el hecho de arrancar de su vida cotidiana, de sus hogares, a millones de hombres y mujeres, ancianos y niños de todas las edades, con redadas brutales organizadas en toda Europa; su traslado en condiciones inmundas a los campos; las cámaras de gas para los más débiles en cuanto llegaban, tras una rápida selección, la supervivencia en el infierno para los otros que se encontraban en ese “reino de la maldición” del que habló Elie Wiesel.

Todos los campos tenían en común una organización minuciosa y sádica no solo para matar, sino sobre todo para despojar a los prisioneros de su dignidad de seres humanos. Llevaron allí a millones de hombres y mujeres, ancianos y niños, brutalmente arrancados de sus hogares, de sus familias, en todos los países de Europa, por ser judíos. Elie Wiesel lo recordó en su testimonio durante el juicio a Klaus Barbie: “El judío fue condenado a muerte porque había nacido judío, porque llevaba en él una memoria judía”.

Como cada año, conmemoramos esta liberación en toda Europa y en el resto del mundo con el Día Internacional de Conmemoración de la Memoria de las Víctimas del Holocausto y de la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, establecido en octubre de 2002 por los Ministros de Educación de los Estados miembros del Consejo de Europa, y adoptado en 2005 por las Naciones Unidas.

¿Por qué hacer memoria? Para rendir homenaje a las víctimas, por supuesto, pero también porque esta época confirma todos los días la justeza y la actualidad del temor expresado por Primo Levi cuando decía: “Ciertamente, la idea de un nuevo Auschwitz no ha muerto, ya que nada muere nunca. Todo reaparece bajo una nueva luz, pero nada muere nunca”.

La barbarie no ha muerto. Está incluso muy viva. Está activa en todos los continentes, con la nueva barbarie yihadista, en Francia, en Europa y en todo el mundo, en África, Medio Oriente, Asia. Una barbarie de una crueldad inaudita, de la que son víctimas los judíos, los cristianos y los musulmanes, y especialmente las mujeres y los niños, mientras que en nuestro propio país se producen atentados que matan y el odio a los judíos se manifiesta abiertamente, todos los días, sin complejos.

En enero de 2016, en su visita a la Gran Sinagoga de Roma, el papa Francisco recordó la necesidad del Acto de Memoria: “El pasado debe servir de lección para el presente y el futuro. La Shoá nos enseña que debemos estar siempre muy atentos para poder intervenir a tiempo en defensa de la dignidad humana y de la paz”.

Estar atentos: este es el mensaje del 27 de enero.

Editorial remarks

Jean-Dominique Durand es el presidente de la Amitié Judéo-Chrétienne de France.
Fuente: Amitié Judéo-Chrétienne de France.
Traducción: Silvia Kot