Declaran “Justo entre las Naciones” al cardenal Eugène Tisserant

El título de Justo entre las Naciones, otorgado por el memorial Yad Vashem en Jerusalén, distingue a los hombres y mujeres que, arriesgando su vida, han salvado a judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El 21 de octubre de 2021, tres franceses fueron honrados con ese título: el diplomático François de Vial, el rector de Saint-Louis-des-Français, Mons. André Bouquin, y el cardenal Eugène Tisserant, importante figura de la Curia romana. La información fue proporcionada por el semanario Le Point.

En una nota publicada en 1998 en el periódico Libération, Miron Lerner reveló que había sido salvado por el cardenal Tisserant y monseñor André Bouquin. Ocurrió en 1944-1945. El joven Lerner, de 17 años, huérfano y separado de su hermana, que había sido deportada a Auschwitz, se encontraba en Roma, solo y desamparado. Logró llegar hasta el cardenal Tisserant, a la sazón secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales, quien decidió inmediatamente acudir en su ayuda.  Consiguió esconderlo primero dentro mismo del Vaticano y más tarde se lo entregó al rector de la iglesia romana Saint-Louis-des-Français, monseñor Bouquin. “Lo que puedo decir es que el cardenal Tisserant escondió a muchos judíos en los conventos de Roma, así como en Saint-Louis-des-Français”, escribió Lerner en su conmovedor testimonio.

Eugène Tisserant, proveniente de una familia burguesa de Lorena, fino conocedor de lenguas antiguas –hablaba con fluidez algunas de ellas– y exegeta, fue llamado a Roma en 1930 por el papa Pío XI, que le encomendó la organización de la Biblioteca Vaticana. Fue el comienzo de una larga carrera al servicio del ministerio petrino. Fue creado cardenal en 1936 y dirigió la Congregación para las Iglesias Orientales hasta 1959. Luego desempeñó otras funciones importantes.

El cardenal francés, una personalidad de fuerte carácter, conocido por su gran libertad de palabra y de pensamiento, murió en 1972. El papa Pablo VI celebró su funeral.

Étienne Fouilloux, historiador y biógrafo del cardenal Tisserant,[1] se refirió a la ayuda que este les prestó, de diversas maneras, a los judíos amenazados por el régimen nazi y sus aliados.

Como biógrafo del cardenal, ¿qué suscita en usted el anuncio de esta distinción?

Me alegra mucho. Sé que su sobrina nieta deseaba esta distinción, pero hasta ahora no habíamos encontrado a nadie para fundamentarla, ya que Yad Vashem pide que las gestiones sean realizadas por la familia de alguien que haya sido salvado. Teníamos múltiples pruebas de que Tisserant había ayudado a judíos bajo el fascismo, antes y durante la guerra. Pero no teníamos un nombre concreto al que vincular esa ayuda. De hecho, más allá de la persona de Miron Lerner – a quien no conozco personalmente–, hay muchas otras personas que habrían podido hacer la misma gestión.

¿En qué forma se manifestó ese apoyo a los judíos?

Es todo un conjunto de medidas. El cardenal Tisserant ayudó a cierta cantidad de personas escondiéndolas, empleándolas en la Biblioteca Vaticana en los años 1930 –cuando eran despedidas de sus puestos por el Estado fascista–, o facilitándoles la obtención de visas para que pudieran ir a refugiarse a los Estados Unidos.

Fue muy conocido el apoyo que les proporcionó a las redes francesas de la resistencia…

Tuvo una actitud de resistente. Jamás se unió al mariscal Pétain. En Roma, era considerado como un opositor, incluso por el embajador de Vichy, Léon Bérard. Públicamente, no se expresaba demasiado, porque estaba sometido a un deber de reserva y había un contexto de guerra, pero en los ambientes de la Francia Libre, todo el mundo sabía que, en Roma, Tisserant era alguien que resistía a su manera y que se podía contar con él.

Su actitud era verdaderamente la de un prelado resistente, y eso se reveló en 1944, durante su primer viaje a Francia, donde fue recibido como tal por el general de Gaulle y por los medios de Francia Libre.

¿Cómo se pueden calificar sus relaciones con el mundo judío?

Fue una relación muy profunda, que comenzó cuando era seminarista en Nancy, antes de la Primera Guerra Mundial. Desde el principio, quiso aprender hebreo, una materia que no figuraba en el programa de estudios habitual de los seminaristas. Junto con varios compañeros, empezó a estudiar hebreo y a buscar libros en ese idioma, incluyendo algunos publicados en Varsovia por las comunidades judías. Desde sus veinte años, mostró una compenetración muy profunda y una voluntad de afirmar que el cristianismo proviene de la matriz judía. Para él, la Biblia, los estudios bíblicos y la exégesis, eran fundamentales.

Durante sus estudios en la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén, en 1904-1905, se cree, y se sabe, ya que él lo dijo, que conoció a varias personalidades judías, entre ellas, al refundador del hebreo moderno, que era también uno de los dirigentes sionistas más conocidos (Eliezer Ben-Yehudah, ndlr).

Luego, durante la Primera Guerra Mundial, se desempeñó como sacerdote en la región, y poco después de la finalización del conflicto, en 1918, regresó a Palestina y se encontró con diferentes personalidades del mundo cristiano, y también del mundo judío.

¿Participó de alguna manera en la elaboración de la declaración conciliar Nostra Aetate?

Fue uno de los presidentes del Concilio, y, por lo tanto, desempeñó algún papel, pero no participó en la elaboración de los textos.

Sin embargo, puede decirse que anticipó Nostra Aetate, durante el pontificado de Pío XII, cuando apoyó a todos los cristianos que se involucraban en las relaciones con el judaísmo. Durante el período en que fue secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales –por lo tanto, antes de 1959– apoyó con su autoridad a hombres como Paul Démann, un sacerdote de Sion que había publicado una revista llamada Les Cahiers sioniens y desempeñó un importante papel en la redacción de los famosos “Diez puntos de Seelisberg”.

Tisserant también apoyó la posibilidad de una liturgia católica de rito hebreo. En cierta forma, anticipó entonces lo que afirma la Declaración en 1965, en el sentido de que deseaba que la Iglesia Católica tomara en cuenta al mundo judío y estableciera con él relaciones de filiación.

[1] Véase Étienne Fouilloux, Eugène cardinal Tisserant 1884-1972. Une biographie (París, Desclée de Brouwer, 2011).

Editorial remarks

Fuente: Vatican News, 21 de octubre de 2021.
Traducción: Silvia Kot.