60 años después, Nostra Aetate sigue determinando las relaciones entre católicos y judíos

El 28 de octubre se cumplen 60 años desde que la Iglesia Católica publicó Nostra Aetate, la innovadora declaración que rechazó la responsabilidad colectiva de los judíos en la muerte de Jesús.

No es exagerado decir que las relaciones entre católicos y judíos han cambiado para mejor de un modo permanente desde que Nostra Aetate cambió el curso de esa relación.

Durante casi dos milenios, el cristianismo describió a los judíos como asesinos de Cristo. Esa máxima contribuyó en gran medida al odio y la violencia contra los judíos. Por el contrario, Nostra Aetate les dijo a los fieles que “no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos”, y les recordó a los católicos que Jesús nació, se crio, enseñó y murió como judío.

En definitiva, por las palabras del papa Juan Pablo II, los católicos podían y debían entender el judaísmo como «intrínseco» al catolicismo y ver a los judíos como «amados hermanos», incluso como «hermanos mayores».

Poco después de la ascensión al pontificado del papa León XIV en mayo, me di cuenta de la profunda resonancia que habían tenido las palabras de Juan Pablo II a lo largo de los años. El día de su elección, León nos escribió a mí y a otros líderes judíos que se comprometía “a continuar y fortalecer el diálogo y la cooperación de la Iglesia con el pueblo judío, en el espíritu de la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II”.

Sin duda alguna, León tenía muchas cosas en las que pensar en ese día trascendental. Que se tomara el tiempo para ponerse en contacto con los representantes de los 15 millones de judíos del mundo cuando estaba a punto de convertirse en el líder espiritual de 1400 millones de católicos fue tan inesperado como bienvenido.

Y en su primera reunión con líderes judíos y de otras religiones, al día siguiente de su toma de posesión en el Vaticano, León reconoció con franqueza y determinación los recientes contratiempos entre católicos y judíos, cuando le dijo al pueblo judío: «Incluso en estos tiempos difíciles, marcados por conflictos y malentendidos, es necesario continuar el impulso de este valioso diálogo que mantenemos».

Sigue habiendo cierta tensión entre nuestras comunidades que es necesario reparar. Las tensiones se agudizaron durante los últimos meses del papa Francisco, especialmente cuando este sugirió que se investigaran las acusaciones contra Israel por genocidio.

La atención de Francisco a las familias y a los seres queridos de los asesinados en el ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 -- así como a las familias de los rehenes y los soldados israelíes heridos-- fue difícil de apreciar plenamente por parte de la comunidad judía, ya que el Papa también se centró regularmente en Gaza con severos juicios contra Israel.

Para muchos judíos, esto representó más que un desacuerdo filosófico con el pontífice. Había una profunda preocupación por cómo los mensajes críticos de Francisco podrían poner en peligro a los judíos, especialmente en un momento en que el antisemitismo estaba aumentando en todo el mundo. Muchos creen también que el pueblo judío merecía más comprensión y clemencia en esta era posterior a Nostra Aetate, especialmente después de que Israel sufriera el peor ataque contra los judíos desde el Holocausto.

Tengo la impresión de que no hay mucha diferencia entre Francisco y León en sus respectivas evaluaciones críticas de la respuesta justificada de Israel a los ataques de Hamás del 7 de octubre. Pero ahora, con el alto el fuego en Gaza y con la esperanza de un acuerdo a más largo plazo que ponga fin a la guerra, debemos mirar hacia adelante. Los católicos y los judíos tendrán que dialogar más sobre la conexión entre la identidad judía e Israel, y la teología católica de la tierra. De lo contrario, las relaciones entre católicos y judíos seguirán siendo vulnerables.

También persiste uno de los grandes desafíos a los que se ha enfrentado la Iglesia en la era posterior a Nostra Aetate y que aún debe afrontar: aprender a leer y predicar el Evangelio de una manera que no contribuya al antijudaísmo. Este tema recibió una gran atención en las décadas posteriores a Nostra Aetate y debe retomarse en este momento.

Algunos pasajes del Nuevo Testamento que podrían interpretarse como antijudíos siguen leyéndose con frecuencia en las iglesias sin ningún comentario atenuante para evitar que se malinterpreten como retórica antijudía moderna. Sin ese contexto, un feligrés podría aplicar inadvertidamente una antigua descripción negativa de los judíos a los judíos de hoy.

Eso no significa que necesitemos una Nostra Aetate 2.0, pero tal vez la Iglesia podría aprovechar este 60 aniversario como un suave recordatorio de que las palabras y la forma en que se dicen realmente importan.

A pesar de estos desafíos, sigo siendo optimista gracias a Nostra Aetate. Contribuyó a transformar el lugar que ocupa el pueblo judío no solo en el contexto de las relaciones entre católicos y judíos, sino también, posiblemente, en el mundo en general. Sean cuales sean los desafíos a los que se enfrente hoy el pueblo judío, no volveremos a la era anterior a Nostra Aetate.

En este 60 aniversario, pienso en mis abuelos, que nacieron y se criaron en Polonia, en Bialystok y sus alrededores, a finales del siglo XIX, en un mundo que era peligroso y terminó siendo letal para muchos judíos. La idea de que su nieto pudiera hablar hoy en una forma tan cálida y abierta con los católicos, incluido el propio Papa, les parecería nada menos que absurda, pero sería, no obstante, bienvenida.

Pero ni los católicos ni los judíos pueden bajar la guardia. Nostra Aetate es un músculo que se atrofiará sin el necesario ejercicio. Esa es nuestra responsabilidad compartida a medida que avanzamos. Estoy eternamente agradecido de que Nostra Aetate nos haya permitido mantener las conversaciones y proporcionar la vigilancia necesaria para que perduren. Nuestro mundo necesita esta colaboración.
 

Editorial remarks

El rabino Noam E. Marans es director de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Americano y dirige las actividades de divulgación y promoción interreligiosas de la agencia a nivel mundial.

Ha sido presidente del IJCIC (Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas) e interlocutor oficial del judaísmo mundial con el Vaticano, el Patriarcado Ecuménico, el Consejo Mundial de Iglesias, la Alianza Evangélica Mundial y otros organismos.

Fuente: National Catholic Reporter, 28 de octubre de 2025. Publicamos este artículo con el amable permiso del autor y del National Catholic Reporter.

Traducción del inglés: Silvia Kot